Se miran, se presienten y se desean; se acarician, se besan, se desnudan, se respiran, se acuestan y se olfatean; se penetran, se chupan, se demudan, se inflaman, se enloquecen, se derriten, se sueldan, se calcinan, se desgarran, se muerden, se ases...
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Seungmin alcanzaba a escuchar hasta sus propios oídos su respiración tan acelerada, de forma tormentosa, la forma en que su pecho subía y bajaba era totalmente evidente y, de no ser porque se hallaba solo en aquel restaurante junto a esa mujer, todos hubieran notado su inevitable reacción tan candente.
No podía respirar, con sólo palabras se había estremecido hasta perder la respiración e apretar las piernas en busca de aliviar el revoloteo en su vientre.
La mirada tan profunda y directa de la mujer le hacía creer sentir las manos de ella sobre él, pertiéndose bajo su camisa blanca, acariciando su piel blanca y todo su pecho con esas largas manos. Tan sólo una mirada bastaba para sentir los más profundos deseos de ella, ¿Cómo es que llegaron a este punto con una conversación?
—Está temblando, Seungmin.
Él se mordió el labio, apretando sus manos bajo la mesa e apretando también los dedos de sus pies, tensando la mandíbula. Su cuerpo se sentía tan pesado como una roca gracias al calor que lo abrazaba. ______ lucía tan tranquila, serena, pero, incluso el lento y elegante movimiento de sus manos o su cuello parecía hablar por sí solo.
Ésto era ser devorado con la mirada.
Ella parecía divertirse demasiado con su expresión, su rubor excesivo y su respiración atrevida.
—¿Por qué presiento que dejamos de hablar sobre comida hace mucho? —preguntó en voz bajita y aguda, temblando en su asiento acolchado, apretando los dedos.
El castaño también le miraba fijamente, era inevitable soltarle esa mirada donde él también confesaba como si sus orbes fueran ventanas, cada uno de sus pensamientos más oscuros generados por la mujer sentada frente a él.
Ivanov ______ se reafirmaba con sus codos en la mesa y, tenía las manos entrelazadas, dibujando una sonrisa ladina, lamiendo lentamente sus labios rojizos.
—¿Por qué no es más directo entonces, Seungmin? He estado escuchando toda la noche cómo zapatea bajo la mesa, ¿Qué es lo que le enloquece?
Él volvió a estremecerse, el aire parecía agotarse a pesar de estar en un rascacielo y en un lugar completamente vacío. Apretó sus propios muslos, mirando con ojos pesados a la mujer que, con cada palabra y ese tono aterciopelado acariciaba sus oídos como si usara su lengua.
Se mordió el labio de forma más insinuante, sin quitarle la mirada a la mujer.
—Señorita Ivanov.
Él abrió sus jugozos labios para tal vez realmente confesar lo que surcaba su mente en aquel momento, pero, las puertas de la cocina se abrieron de tal forma escandalosa que, se sintió desgarrador ver alejarse la oportunidad de quitarse el nudo de la garganta.
Los cocineros se aproximaron a la mesa y, la rusa de ojos oliva se rió con discreción, regalándole esos ojos juguetones e insinuantes. Tragó grueso, mirando los senos de esta acarreados dentro del vestido, brillantes y, sus clavículas que resultaban tan atractivas y tentadoras a su parecer.