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El pelirrojo pecoso de ojos oliva pasó de largo por el pasillo, sin embargo, la música a volumen bajo y el tarareo llamaron su atención en cuanto caminaba hacia su habitación a vestirse luego de tomar una ducha fría tan temprano. Retrocedió varios pasos atrás hasta volver a la puerta de la cocina, a través del marco observó la espalda ancha llena de pecas, el cabello rojo y despeinado de su hermano, acompañado por el tarareo suave mientras se movía de un lugar a otro.

Puso ambas manos en el marco de la puerta y, silenciosamente, tras asegurarse de que no hubiera nadie cerca, se impulsó hacia adentro de la cocina en silencio, con la toalla amarrada en la cintura y el cabello recogido. Viktor, el gemelo mayor, sorprendió en forma de juego a su hermano, tomándolo por detrás desprevenido, formando un fuerte abrazo por la espalda.

—¡Joder, hombre, que susto! —exclamó el gemelo menor, Erkan.

—Buenos días —murmura en su oreja mientras se ríe, apretándolo contra sí mismo.

Erkan, quien recibió el susto, dejó de lado la masa de panqueques que preparaba y, se secó las manos con sus pantalones cortos, sintiendo la nariz del contrario en su nuca. Intenta moverse hacia otro lado, pero, resultó ser aquello en vano, debido a que su gemelo lo tomaba con fuerza, con toda la intención de molestarlo.

—¿Qué mosquito te picó? —preguntó curioso y extrañado el gemelo menor, frunciendo el ceño, intentando zafarse.

—Mamá no está —canturrea con alegría e insinuación el que sólo llevaba una toalla en la cintura.

Para Erkan aquellas palabras bastaron, al menos, para comprender fácilmente el "mosquito" que le había picado al mayor por pocos segundos. Así que, mirando también a su alrededor, se da la vuelta hasta sentarse con ayuda de este en la mesada, envolviendo su cuello con sus hombros, mientras que, a su vez, el que recién salía de la ducha, acariciaba sus muslos, subiendo la tela de sus pantalones cortos para tener más lugar en su piel.

Ambos se miraron en silencio con complicidad, así como durante todos los años que llevaban esta clase de aventuras secretas, observaron sus pupilas hasta asegurarse de que el otro estaba cómodo y seguro con lo que hacía cada uno. Era cuestión de segundos para que ambos, con tan sólo miradas del mismo color, cedieran sin problema alguno, uniendo sus labios en un beso imposiblemente más profundo y silencioso. 

Para ellos dos, saber que lo que hacían no era bien visto, era lo de menos. Las manos de su hermano siempre serían las únicas capaces de no hacer sentir mal a Erkan y eso reconfortaba a Viktor, incentivándolo a cuidar, mimar y complacer a su hermano en todos los sentidos. El silencioso se tornó fogoso e húmedo, para ambos chicos el riesgo de ser encontrados por su hermano menor era irrelevante, se esfumó cualquier tipo de preocupación en cuanto tuvieron sus bocas juntas.

No se sentía antinatural cuando estaban juntos.

—Bueno, bueno, bueno. Con más calma, se están llevando hasta la garganta los dos.

Тоска; Kim SeungminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora