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Para Seungmin aquellos valiosos minutos en ese sillón significaron todo, porque pudo recomponerse, tomándose algo de tiempo contra la tela aterciopelada del sofá rojo para recobrar las fuerzas y, regular su respiración, todo esto mientras _____ se encargaba de ayudarlo a limpiarse y, luego, ella fue cambiarse, con el fin de sustituir su camisa blanca estropeada por la semilla de este que quedó impregnada en la tela. En el momento en que ella regresó con una nueva camisa de botones color azul cielo, ella le aproximó una bata de seda que le ayudó a ponerse y le concedieron los encargados de la sastrería donde seguían.

Algunas horas transcurrieron, se sentía tan embelesado, gozando del resplandor post orgásmico, bastante ensimismado mientras los sastres se encargaban de entallar los pantalones y el saco negro que ya había elegido en conjunto con la rusa para ocupar en la fiesta que, cada vez estaba más próxima.

Se sentía lo suficientemente satisfecho y alegre como para que le fuera sencillo hacer caso omiso a las posibilidades que normalmente le consumían la mente y lo presionaban a sentirse nervioso o frustrado. Sentía que había conseguido atravesar una barrera, pero, sobre todo, la satisfacción de sentirse amado y perdonado lo tenía volando en las nubes de su mente. No podía sacarse de la cabeza el momento exacto en que ____ le dijo que también lo quería, simplemente no se le quitaba la sonrisa.

Debido a su ausencia en el salón su jefa le había estado llamando incontables veces, entre todo el ajetreo y los inconvenientes del día se le había hecho imposible conseguir un espacio para explicarle que ahora era un invitado para la fiesta y se estaba ausentando por esa razón. Él todavía no se adaptaba a haber cambiado tan drásticamente su rutina, su vida por muchos años se había visto resumida en trabajar y estudiar, nunca pedía permisos en el trabajo y de repente había llegado a faltar sin siquiera avisar.

—Muchas gracias por confiar en nosotros, señora Ivanov; esta siempre será su casa —se despidió el anciano de traje negro, reverenciándose hacia la rusa con mucho respeto.

Seungmin se mantuvo detrás de ella, a la espera de ambos la camioneta negra estacionada junto a la acera, la misma que tenía el maletero abierto y el guardia de la pelinegra guardaba la caja donde había sido guardado con mucha delicadeza el traje negro y todo lo que incluía, además de la caja de zapatos que apareció mágicamente en algún momento.

—Gracias por todo —dijo él al mayor y los que lo acompañaban afuera del recinto, reverenciándose con su suéter gris puesto nuevamente, sonriendo de forma sútil e amistosa.

—No ha sido nada, joven Kim. Gracias por confiar en nosotros —contestó este sonriéndole y, repitiendo una reverencia para él.

Tras despedirse, se subió a la camioneta, la misma en la cual viajaban el chofer y el guardia, ambos con el mismo traje, ____ subió con él a la parte trasera y no tardó en agarrarse a su brazo, recargando su cabeza en su hombro mientras cerraba los ojos y sonreía alegremente con los labios apretados.

—Te dejaré por un rato en mi departamento, está cerca del salón en Gangnam —avisó ella, su mano desplazándose hasta su cabello para propinarle una suave caricia en sus cabellos brillosos—. Un estilista te acompañará mientras no estoy, debo recoger a mis hermanos en el aeropuerto porque los demás están encargados del regalo de Jeonsan.

—¿Noona tiene otra casa? —preguntó él con mucho interés, volteándose a verla con ojos curiosos y grandes, sus labios todavía algo hinchados por las mordidas.

—Sólo voy cuando necesito pasar mucho tiempo en el distrito, Yury va muy a menudo y cuida del lugar —explicó esta, su dedo pulgar acariciando la mejilla de este—. Después de la fiesta prometo no soltarte hasta que te hartes de mí, ¿Bien?

Тоска; Kim SeungminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora