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Advertencia: en las próximas actualizaciones, lamentablemente, de forma temporal, existe la posibilidad de que los guiones largos (—) se alteren y pasen a guiones cortos debido a que mi laptop se averió y me veo en la necesidad de actualizar mediante mi teléfono móvil. ¡Los errores serán corregidos cuando el problema se resuelva, mil disculpas!

La pelinegra mantenía la vista al frente, el silencio profundo era cómodo, ¿Cómo no iba a serlo? Era la única que era consciente de este mismo, acompañada tan sólo por el ruido del automóvil en movimiento, mientras que, un cuerpo agotado reposaba en el asiento a su costado.

El aire acondicionado mantenía el ambiente fresco, mas su mente parecía tan abatida que, le resultaba asfixiante que las ventanas estuvieran arriba, lamentablemente no podía concederse el placer de bajarlas, puesto que, lo último que deseaba era despertar o incomodar al castaño de rostro hinchado que, estaba acurrucado en el asiento del copiloto.

Miró a través del retrovisor a su menor, su mejilla estaba contra el cinturón de seguridad y, sus labios abultados, agarrándose al mencionado cinturón, piernas juntas, descalzo, sus zapatos sobre la alfombra bajo la guantera y, el cabello despeinado. Miró fijamente su flequillo, su vista parando justo en la coronilla de su cabeza, analizando cada hebra café.

Exhaló, impidiéndose darle cabida al enojo, puesto que no la conduciría a nada bueno. Había aprendido lo suficientemente hasta ahora como para reconocer que, sus decisiones bajo la impulsividad de su mente, sólo la llevaban a discusiones que, le parecían irrelevantes, pero, le acarreaban a un castaño llorando e implorando el perdón por un pecado que él mismo no concebía en su mente.

Pero es que cada que lo recordaba, cada que surcaba su mente no podía explicarse por qué ansiaba desquitarse con el volante o, cualquier cosa. Lo único que podía hacer era apretar la mandíbula y, presionar con fuerza sus uñas contra el cuero del volante.

Condujo hasta su hogar en aquel estado tan inestable, esperando el más mínimo detonante para conseguir la oportunidad o, mejor dicho, tener una excusa para vaciar su enojo contra la pared o los cristales de la casa... optar por un cuerpo ya no existía en sus opciones, no con Seungmin.

Se estacionó, viendo la camioneta negra de sus guardias seguir de largo hacia el estacionamiento trasero de la casa. Desabrochó su cinturón y, miró en silencio a su acompañante, quien ni se inmutó aunque el vehículo se detuvo en la cochera, tampoco cuando se apagó el motor. Ahora sólo era oscuridad y silencio, ligado a una suave respiración algo congestionada y, unos ojos oliva visibles en medio de la oscuridad.

Las pestañas largas de Seungmin bailaban, seguramente estaba soñando, puesto que apretaba sutilmente los párpados y, movía los labios de forma notoria pero delicada, murmullando palabras mal formadas.

______ intentó razonar consigo misma, miró el techo del auto, relajando su cuerpo y, vaciando todo el aire contenido, buscando contestar sus propias preguntas. No estaba confundida, sabía muy bien distinguir cuándo estaba celosa y no necesitaba padecer una curiosa epifanía donde se preguntaba si los celos significaban que estaba enamorada de Seungmin, esa mierda sólo ocurría en libros.

Тоска; Kim SeungminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora