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Advertencia: este capítulo relata y menciona temas sensibles con alusión a abuso y similares

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La sensación que inundó al castaño de flequillo rubio fue inefable, sus ojos se vieron cautivados por la belleza de las velas y el atractivo aroma dulce de la crema, las voces de los invitados se quedaron atrás cuando la puerta se cerró en medio de la tenue oscuridad que se tornaba cálida y envolvente gracias a la luz de las velas. Aquel momento se hizo sempiterno para Seungmin y, dejando atrás a la pelinegra, se adentró a la cocina con ojos de fascinación.

A pesar de ser un ambiente hecho para cocinar, alguien había hecho de él algo inolvidable. La mesa estaba ubicada en el centro, algo espaciosa, con un mantel blanco que era adornado por velas y pétalos esparcidos por la tela, también algunos reposando en el suelo de madera, sólo una silla vacía al frente, además de un florero de su autoría y, varios postres que seguramente eran los dichos regalos de Moon Bin.

Con una inconmensurable alegría, Seungmin se dio la vuelta hacia la pelinegra con el corazón palpitando gozosamente, mirándola con ojos cálidos que denotaban su agradecimiento, con el gran presentimiento de que esto no podía ser más que otro de sus intentos tan hermosos por enamorarlo y hundirlo todavía más en esos profundos sentimientos que lo arraigaban a ella y su vida.

Ella había dicho que lo perseguiría hasta hacer que se cansara, pero, ¿Cómo podría él cansarse de esto?

La calidez abordó su cuerpo apenas se dio la vuelta hacia ella y esta le admiraba en silencio, taciturna, con ojos profundos e atentos admirando su reacción a una distancia considerable para poder resguardar al recuerdo de aquel castaño, con su bonita ropa parado frente a la mesa con esos ojos exponiendo el mismo brillo cautivo en un cielo estrellado.

—¿Es mi cumpleaños? —preguntó él con una sonrisa tímida e alegre, poniendo ambas manos tras la espalda.

—No.

La rusa se aproximó lentamente hacia él, apartándose del mesón al que se había estado recargando, deshaciéndose de su saco, tirando los brazos para atrás para facilitar aquello mientras lo miraba fijamente. Seungmin rió nerviosamente al sentirse tan pequeño bajo la que adoptó similitud con un cazador.

—¿Es un día especial? —replicó, tragando grueso con una sonrisa, riendo mientras retrocedía.

—No creo.

Seungmin intentó huir cuando el saco de esta cayó al suelo, riéndose con vergüenza ante la intimidante y poderosa mirada de quien le obsequió una sonrisa ladina antes de acarrearlo contra ella, haciéndole gritar y carcajearse con fuerza cuando estuvo contra ella, rindiéndose y poniendo sus manos en el pecho de ella.

Тоска; Kim SeungminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora