08.

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Seguramente la culpable de toda esa sensibilidad era la oscuridad, bajo aquel antifaz de satín no podía ver nada, sus piernas temblando, las manos esposadas tras su espalda y su cuerpo vulnerable, desnudo

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Seguramente la culpable de toda esa sensibilidad era la oscuridad, bajo aquel antifaz de satín no podía ver nada, sus piernas temblando, las manos esposadas tras su espalda y su cuerpo vulnerable, desnudo. Temblaba sobre la silla, intentando escuchar algo más que su propia respiración acelerada.

Apretó los dedos de los pies, intentando distinguir entre sus suspiros los ruidos de la habitación en completo silencio. Estaba nervioso, su erección palpitante chocaba contra su vientre y, se hallaba inmovilizado, sin saber en qué momento habría una mano u vendría un golpe sobre él.

Sintió una suave caricia en su hombro, un par de dedos largos y fríos haciendo que su piel se erizara, se estremeció, soltando un suspiro asustadizo. Tragó grueso, por alguna razón inexplicable no podía hablar, así que, sólo podía hacer aquellos ruidos. Y, entonces, sintió aquellos brazos rodearle por la espalda.

La respiración ajena inundó su oído izquierdo, volviendo a ponerlo nervioso, sin poder ver nada, las grandes manos bajaron lentamente por su pecho y, apretó las piernas con algo de dificultad por las ataduras que lo apresaban a la silla.

—Es hora de despertar, Seungmin-ie.

El ruido del despertador no fue quien ocasionó su brinco repentino sobre la cama, con una mano en el pecho, imitando la caricia imaginaria, se sentó en la cama con la respiración tan acelerada como en su sueño y los ojos bien abiertos, tomando bocanadas de aire al atravesar de una fantasía a la realidad.

Seungmin tragó grueso, espabilándose, se pasó las manos por el rostro, soltó un largo suspiro, no sabía qué le avergonzaba más, haber tenido un sueño húmedo tan vívido o, la rabia que sintió al haberse despertado en medio de aquello y no al final. Levantó las sábanas y, definitivamente había sido un sueño vívido, lo único verdaderamente presente esa mañana que hubiera visto en su sueño, era su erección.

Su vista nublada por la agitación y el pequeño mareo que le desorientó gracias a la manera tan tenaz en que se levantó del colchón se dirigió a su alrededor, todas esas rosas rojas, ¿Qué iba a hacer con ellas ahora? Eran una nueva responsabilidad, por ahora.

El castaño en pantalones cortos y camisa negra se tumbó de nuevo en la cama, con los brazos extendidos y la visión posada sobre el techo limpio y carente de decoración, siquiera estaba seguro de si quería lidiar tan temprano con el problemita bajo sus sábanas. Especialmente porque su mente empezaba a rondar en aquella llamada nocturna.

«No me importa si hace una semana me gustaban las tetas, los aviones, el helado o los culos. Me gustaste tú, ¿No es razón suficiente para ir detrás de ti?».

Definitivamente era una completa aberración autosatisfacerse luego de pensar en ello, pero, ¿Qué más podría hacer? Lo lamentaba, pero, en el fondo realmente no lo hacía, de cualquier forma, nadie se enteraría de ello. Se dirigió al baño, su vista se frenó sobre la mesada de la cocina casi a un lado de su cama.

Тоска; Kim SeungminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora