31.
Aquella mañana en Francia había iniciado de una manera tan deprimente que no había palabras correctas para explicarlo. Con el clima fresco del país, siendo las siete de la mañana, el plato parecía ser nuevamente su mayor enemigo, lo miraba con ojos cansados y llenos de desdén, la comida perfectamente servida y los brillantes vegetales cocidos parecían tan sólo un cúmulo de pesadillas.
Era irónico, parecía que el plato se lo comería a él en cualquier momento. Seungmin resopló con desánimo, debido a su carente iniciativa por tocar la comida, llevaba alrededor de media hora sentado en el ancho comedor vacío que su novia había dispuesto con tanto cariño para él. La ausencia de esta era notoria, le había plantado un beso en la frente para posteriormente marcharse a una breve entrevista con un periódico local bastante popular.
Él había prometido que comería, al menos, la mitad o un cuarto de lo que se le había servido, pero, el poder de su mente tenía efecto sobre su estómago y por más que se esmeró, el tenedor nunca alcanzaba a tocar sus labios.
Había tenido una larga conversación con Felix, quien le había llenado de aliento con respecto a los comentarios hirientes en sus publicaciones, cosa que fomentó cierta tranquilidad al respecto, pero, mantenía presente en su cabeza, como antes y solía ser muy común para él, la idea de que la comida sólo profundizaría su perturbación y tristeza, así que, no se atrevía a intentar consumir ni un bocado.
Sentía vergüenza, el chef tan prestigioso que había contratado _____ había entrado hasta el comedor para conocerlo y presentarle el platillo que le preparó con tanto esfuerzo. De alguna manera, temía, como nunca antes, la aparición de su novia. Y es que Seungmin estaba bastante seguro de que en cuanto ella regresara, le observaría con ojos llenos de desaprobación por no comer.
Simplemente no podía hacerlo. En otras ocasiones ella estuvo con él, le dio aliento y consuelo, inclusive en variadas ocasiones se encargó de darle de comer por sí misma. Pero, en esta ocasión Seungmin realmente sentía que las cosas pudieron haber vuelto a como lo eran antes de conocerla, cuando el plato parecía su mayor enemigo y el café su único consuelo.
Una cantidad larga de tiempo transcurrió, durante todo eso, Seungmin siquiera se movió de la silla y mantuvo los ojos puestos en las texturas de la comida, el estómago se le revolvía con sólo imaginarse masticando los alimentos, los sabores disolviéndose en su boca y los trozos haciéndose papilla en sus dientes hasta bajar por su garganta. Era desagradable. Sin embargo, cuando se resignó a esperar sentado a que su novia volviera y destruirse con su mirada de desaprobación, el teléfono sonó.
La pantalla se encendió y aunque había decidido no contestar, en cuanto leyó el nombre de quien lo contactaba, levantó el dispositivo, dispuesto a contestar.
—Hola, hyung.
En cuanto contestó y centró la cámara en su rostro, apareció el pelirrojo pecoso de ojos oliva agitando su mano, sentado en lo que parecía ser su consultorio, acompañado por su hermano gemelo, que yacía algo lejos detrás de él, parado junto a la ventana. Le alegraba recibir una llamada de Erkan, aunque le resultó algo extraño, recibir su sonrisa fue algo que le hizo sentir bien.
—¡Oh, mira esa cara! —reprochó el ruso de pelo cobrizo, señalándolo con su mano— ¡Estás de vacaciones, hombre!, ¡Sonríe!
Él rió con debilidad, esbozando la mejor sonrisa que pudo, no se sentía capaz de mentirle a Erkan y le agradaba el hecho de poder mostrarse vulnerable ante él. Lo consideraba un verdadero hermano mayor.
—¿Cómo les está yendo?, ¿Te has divertido estos días? —preguntó con su usual tono alegre y enérgico.
—Ha sido increíble, me alegra estar aquí —afirmó, asintiendo con la cabeza.
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Тоска; Kim Seungmin
FanfictionSe miran, se presienten y se desean; se acarician, se besan, se desnudan, se respiran, se acuestan y se olfatean; se penetran, se chupan, se demudan, se inflaman, se enloquecen, se derriten, se sueldan, se calcinan, se desgarran, se muerden, se ases...