No había nada más que pensar. Estaba segura de lo que debía hacer, sin importar
que estuviera aterrada. Tomó aire y susurró dos palabras.
—Dios, ayúdame...
De nuevo abrió la puerta de cristal para entrar al museo y así encontrarse con que
el número de víctimas había incrementado a pesar de que solo había salido un par
de segundos. Se llevó una mano a la boca y otra al estómago al sentirse asqueada
por la masacre que presenció, se arrodilló y dejó salir todo el vómito en ese
momento. Se limpió los labios pasándose la mano por la zona, respiró con dificultad,
y se irguió. Alterada, comenzó a llamar a su padre, pero entre tanto tumulto y gritos
desesperados no logró ser escuchada; el museo era demasiado grande y había
varios lugares en los que podía estar escondido. No le importó empujar a la gente
con tal de encontrarlo, pero si se esforzó mucho por no permitir que esas criaturas
la atraparan. Estaban ocupadas carroñando a sus víctimas y con tristeza Helen
esperó que continuaran de ese modo ya que eso le permitiría escabullirse. No las
había tenido tan cerca para comprobarlo, pero por la falta de ojos en su rostro,
supuso que eran ciegas.
Entró a una de las salas, cerró la puerta, y una vez más, se escondió debajo de una
mesa de exhibición y sacó su celular para llamar a Oliver.
—Vamos, vamos, vamos— dijo una y otra vez mientras intentaba hacer que
reaccionara el teléfono, pero cada vez que oprimía el botón para desbloquearlo
volvía a apagarse— ¿Qué pasa? — estaba segura de que tenía batería suficiente y
aun así no podía encenderlo. Creyó que durante su escape lo había golpeado,
provocando que se descompusiera.
Resignada a que no lograría hacerlo funcionar, guardó el teléfono y salió del
escondite para continuar con la búsqueda, concentrándose en la planta baja porque
sabía que él estaría esperando entrar a la sala principal una vez que Guillame
Mareau terminara con su discurso; no haría ninguna fila puesto que tenía un pase
de cortesía así que ella dedujo que estaría cerca de la puerta de exhibiciones
principales con tal de ver a la momia después de que los invitados de honor lo
hicieran, sin embargo, no lo vio por ninguna parte, no vio más que cadáveres y solo
escuchó gritos que cada vez desaparecían, evidenciando que eran pocos los
sobrevivientes.
— ¡Papá! — exclamó con toda su fuerza, teniendo la sensación de que había
desgarrado sus cuerdas vocales.
Sus ojos se humedecieron. Creía que todo estaba perdido, que jamás lo volvería a
ver y que ella moriría ahí en un vano intento por encontrarlo. No quería aceptarlo,
pero se estaba preparando para lo peor.
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Caminos de medianoche
HorrorUn culto siniestro se estableció en las tierras de Kenny's Lake y Candy's Dock. Trescientos años después volvieron para recuperarlas. Durante un evento histórico, comenzó la peor noche de todos los habitantes de estos pueblos, desatando el mal del...