PARTE 50

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El tiempo que ella estuvo cautiva había bastado para entender que se hombre era

la locura encarnada. No había forma de salvarse de una persona con tal nivel de

maldad. Miró el letrero de la funeraria, preguntándose si Adam había tenido una

pequeña oportunidad de sobrevivir a aquel enemigo.

Pero a pesar de todos sus esfuerzos, el embalsamador fue más fuerte que Adam y

se lo quitó de encima sin problema y corrió detrás de la chica que ya había estado

entre sus manos.

Ella permaneció frente a la funeraria, esperando a que él saliera y cuando los

segundos pasaron y no lo vio, empezó a inquietarse.

-¡Helen!

Ella dirigió sus ojos hacia la persona que la había llamado.

-¡Eliot! - exclamó emocionada al ver a alguien a quien consideraba un amigo,

después de toda la soledad que vivió.

Quiso correr hacia él, pero fue golpeada en la espalda por el embalsamador

provocando que ella cayera de bruces, al verlo Eliot se sorprendió y fugazmente

recordó la historia que Adam me había contado sobre ese hombre y según lo dicho,

él era muy peligroso. Buscó la pistola que tenía oculta y antes de que pudiera

dispararle, el embalsamador lo tomó de la mano y le rompió la muñeca provocando

que Eliot soltara un grito muy fuerte, lleno de dolor y por ende soltó su arma,

seguido, el hombreo lo golpeó en la cabeza.

Helen trató de alejarse a rastras, pero no pudo. El embalsamador la jaló a ella

primero y luego a Eliot que se había desmayado por el golpe recibido.

*

Era el turno de Shostakovich. El vals número 2.

Adam abrió los ojos con lentitud y lo primero que vio fue sus propias manos con

correas sobre los porta brazos de una silla. Levantó la mirada solo para descubrir

que una vez más se hallaba en el lugar del que había escapado horas atrás y del

cual intentó irse junto con Helen sin conseguir el éxito.

Estaba amarrado a una silla. Con mucho esfuerzo, intentó desatarse, pero cada uno

de sus intentos fue inútil. Se sacudió tan fuerte que provocó que él junto con la silla

se fuera hacia un lado cayendo al piso. Se quejó por el golpe provocado, pero el

dolor poco le importó cuando se dio cuenta de que el ruido había llamado la atención

del embalsamador.

Al llegar, se paró frente a él y sonrió de oreja a oreja.

-¡Por fin despertaste! - exclamó. Tomó el respaldo de la silla y sin esfuerzo la

levantó junto con Adam-. No te preocupes, ya terminé con tus amigos. Decidí

dejarte al final para que pudieras verlos.

Se le heló la sangre. El embalsamador lo desató y lo hizo a caminar hacia su lugar

de trabajo. Adam desvió la mirada cuando vio los dos ataúdes.

-¡Míralos! - gritó el embalsamador lleno de rabia y lo obligó a ver.

Adam sabía que para ese momento ya estaban muertos, pero era consciente de lo

que había pasado antes. De que comenzó su proceso mientras aun vivían.

La imagen era horrible. No parecía que estuvieran durmiendo como todos decían

en los funerales. El aspecto que tenían era terrible, sus rostros muertos aun

conservaban la expresión de horror.

-Ellos ya están listos-dijo riendo-, y pronto tú lo estarás.

Continúa leyendo en la parte 58

Caminos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora