PARTE 32: ADAM LADO B2

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— ¿Quieres saber mi nombre? ¿Qué puedes hacer tú? Estúpido sacerdote de

mierda.

El padre Daniel estaba perplejo. Los sacerdotes habían sido golpeados por algo que

no pudieron ver y estaban tirados en el piso, las narices de todos sangraban y

lloraban sangre. Las manos del padre Daniel temblaban, ni siquiera era capaz de

sostener su cruz.

— Dime tu nombre— insistió a pesar de todo su terror.

La risa que los sacerdotes escucharon no pertenecía a Adam James Price. Era

mucho más estruendosa y escabrosa.

Todas las cruces se desprendieron al mismo tiempo y cayeron estrepitosamente en

el suelo. Adam las observó, pero no causaron ningún efecto en él, solo dibujó en su

rostro una mueca de desaprobación.

— Dime tu

— ¿Y qué vas a hacer cuando lo sepas? — interrumpió violentamente— ¿Vas a

salvar al mundo? ¿Serás un héroe para todos?

— Padre nuestro que estás en el cielo

Una carcajada lo interrumpió.

— ¿Tú crees que con tus oraciones te vas a salvar? ¿Crees que vas a salvarlo? Él

ya es mío.

— ¡Dime tu nombre! — exigió una vez más.

El sacerdote sintió una fría mano en su nuca, arrodillado a su lado estaba Adam que

era quien lo sostenía con fuerza.

— Te diré un secreto— susurró a los oídos del padre—, sabrás mi nombre, pero no

podrás hacer nada porque todos ustedes ya están muertosme llamó Abigor y

también soy Asmodeo.

— ¿Qué?

— Y soy Belcebúy BelialAstarothLegión

— ¡No sigas por favor!

—Y todos estamos unidos.

El sacerdote comenzó a llorar y se cubrió los oídos para no escuchar más la risa de

Adam. Cerró los ojos y oró. Sintió de nuevo las frías manos sobre las suyas para

retirarlas de sus orejas. Abrió los ojos y se encontró con un rostro muy agradable,

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con una sonrisa afable, sin embargo, los ojos azules que lo miraban no expresaban

nada encantador.

— Creí que querías saber mi nombre. Tú insististe y yo te di lo que tanto anhelabas.

— Por favor, ten piedad.

—¿Piedad? ¿La tuvieron con nosotros antes? No, no lo hicieron. Ahora es tiempo,

de que este niño se vaya a dormir.

El padre Daniel no vio como los demás sacerdotes eran asesinados, porque él fue

el primero, su cuello estaba roto y su cabeza había dado un giro de 180 grados. Los

demás gritaron horrorizados, trataron de salir, pero ni siquiera estuvieron cerca de

Caminos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora