PARTE 23- HELEN LADO A

3 1 2
                                    

Antes de cerrar los ojos y de que la oscuridad la abrazara, lo último que vio fue la

desesperación en el rostro del indigente y el miedo que emanaba su mirada. Pero

cuando volvió a abrirlos después de un tiempo indeterminado, no lo vio a él. Estaba

en una habitación donde si había luz, tan potente que entrecerró sus ojos, a su

alrededor todo estaba acolchonado y de inmediato relacionó el lugar con el cuarto

de un hospital psiquiátrico como los que había visto en películas y fotografías. No

sabía cómo había llegado ahí, pero a pesar de eso se sintió a salvo al no ver al

enorme insecto con el que se había topado antes y que le había provocado el terror

más grande que había vivido en sus 27 años. Se dio cuenta de que la puerta de esa

habitación estaba abierta, se puso de pie y observó la puerta meditando si debía

salir o permanecer ahí. No se preocupaba por estar en ese lugar, sino por el hecho

de lo que pudiera haber fuera. Respiró con profundidad, exhaló el aire despacio y

atravesó la puerta.

A diferencia de la habitación, en el pasillo no había luz, colocó su mano en la pared

y se guio con ella pasando la mano y caminando despacio, asegurándose de no

chocar con nada. Mientras avanzaba, a lo lejos escuchó el llanto de un bebé, siguió

el sonido hasta otra de las habitaciones, pero esta parecía una oficina, y ahí se

hallaba una cuna con un móvil girando por encima. Y lo vio. Un pequeño e indefenso

niño de solo cinco meses de vida. Llevaba puesto un pijama azul con una jirafa en

el centro. Lo sacó de la cuna y lo cargó y en cuanto lo sostuvo en sus brazos, el

pequeño dejó de llorar. Sabía que no podía dejarlo solo, pero no tenía idea del lugar

al que podía llevarlo, o en donde estaban sus padres.

Aunque no había ningún rastro del insecto o las criaturas del museo, ese lugar

seguía siendo tan peligroso como el exterior y reflexionó en que debía salir de ahí,

no podía quedarse esperando a los padres, así que buscó entre las cosas de esa

habitación papel y lapicero. Escribió el mensaje:

Mi nombre es Helen Webber.

Encontré a este bebé en la cuna

Está a salvo conmigo, me lo he llevado al centro comercial Waccos.

Dejó el mensaje en el mismo lugar en el que encontró al niño, y se apresuró a buscar

la salida. No sabía si sería capaz de llegar al centro comercial, aun así, quería

alejarse de ese lugar y dejar al pequeño en un lugar que fuera más seguro, un lugar

lejos de insectos y de indigentes que cambiaban radicalmente su apariencia,

ocasionando el caos entre los presentes.

Waccos tenía de todo. Era el punto de reunión de muchas personas que querían ir

al cine, a comer o a hacer cualquier tipo de compra, era el máximo lugar de

entretenimiento del pueblo. Los locales ya estarían cerrados, pero la gasolinera y el

restaurante de comida rápida tenían servicio de 24 horas, así que consideró que

sería el único lugar en el que encontraría a alguna persona.

Cuando salió del edificio, miró la fachada para ver en qué lugar de Kennys Lake

había estado, pero no lo reconoció, ni siquiera tenía algún anuncio, mucho menos

le daba la impresión de ser el hospital al que había llegado con el grupo de los

militares. Además de estar asustada, estaba sorprendida, preguntándose que era

lo que había pasado después de cerrar sus ojos y por qué había llegado ahí y no lo

recordaba.

Escuchó que el bebé balbuceaba, y ella lo miró con ternura. Sus ojos eran azules y

el cabello que tenía era de color negro.

—Eres un niño adorable ¿Verdad? Vas a estar bien, pequeñito— le dijo—. Te

llevaré a un lugar seguro.

El niño tomó su dedo y lo prensó, no tenía mucha fuerza, pero Helen sí pudo sentir

el tierno apretón.

Dejó de observar al pequeño y continuó su travesía hacia Waccos. No dejaba de

repetirle al niño que todo iba a estar bien a pesar de que creía que no entendería

sus palabras, tal vez porque lo que ella quería era creer que todo estaría bien.

Continúa la historia de Adam en:

Adam lado A: parte 26

Adam lado B1: parte 27

Adam lado B2: parte 28

Caminos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora