PARTE 54: ADAM LADO B2 Y HELEN LADO A1

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Noveno círculo

La entidad que estaba dentro se había divertido con el cuerpo de su viejo

compañero, golpeándolo, lamiendo su sangre de sus manos y del piso y riendo

mientras lo hacía. Ese no era el verdadero Adam y cualquiera que lo conociera lo

sabría de inmediato.

Tomó la pistola que César había estado cargando todo ese tiempo y con la que lo

amenazó para quitarle el automóvil horas atrás. Miró el cuerpo inerte del hombre

que había sido compañero de Adam, pero se enfocó en su rostro que aún guardaba

una expresión de horror. Ese hombre había encontrado a su familia muerta y ahora

él era el cadáver. Soltó una risa y comenzó a caminar por las oscuras calles de

Kennys Lake y mientras lo hacía tarareaba una vieja canción de cuna. La canción

que la madre de Adam le cantaba cuando tenía miedo por las noches, después de

que las pesadillas lo atacaran.

¿En verdad creíste que esa tonta canción cantada por la puta de tu madre iba a

alejarme de ti? Eres un completo imbécil.

En su mente estaba la imagen de Eliot, tenía el recuerdo de que él estaría

esperando a Adam en los botes del lago. Y pensó en ir hacia allá, para reunirse con

él. Rio escandalosamente, burlándose de las esperanzas que tenía Eliot de salir de

ahí, porque él sabía que no lo lograría, sin importar todos sus esfuerzos.

—¡Adam!

Se distrajo al escuchar esa voz femenina, giró sobre sus talones y frente a él vio a

una chica, no muy alta, de cabello y ojos castaños.

—¡Adam! —exclamó extasiada mientras corría hacia él.

Lo abrazó, lo besó en las mejillas, en los labios y le dijo que lo amaba. Pero él no

reaccionó, no del modo que Helen hubiese esperado, se mantuvo serio y solo

recibiendo todas las muestras de cariño que la chica tenía para él. No levantó sus

brazos para rodearla con ellos, acercarla a él y besarla como lo hacía siempre que

se reunían, ella esperaba un poco más de emoción considerando todo lo que habían

pasado para posteriormente reunirse.

Después de que visitó el museo tratando de encontrar respuestas, Helen caminó

por las calles de su pueblo natal, esperando encontrar sobrevivientes. Hasta que lo

vio a él. A pesar de las pocas probabilidades de lograr el éxito, estaba feliz por tener

a su novio frente a ella, pero sintió gran preocupación al notar lo pálido y serio en el

rostro de Adam.

—¿Estás bien? — le preguntó recorriéndole la cara con caricias.

—¿Helen? — pronunció él.

El rostro de la chica se tornó colorado y lágrimas brotaron sin parar de sus ojos,

pero al mismo tiempo tenía una enorme sonrisa de felicidad. Al fin estaba con el

Caminos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora