Corrió hacia la catedral lo más rápido que pudo, no quería que el padre Jack se
desangrara, debía darse prisa y encontrar al sacerdote de nombre Gabriel. No
estaba feliz por el hecho de que Jack tuviera un disparo, pero se alegró por no haber
intentado quitarle el arma al hombre. Tal vez las cosas hubieran ido muy mal si lo
hubiese intentado.
Cuando llegó a la enorme catedral (que a simplemente parecía una de las
edificaciones más grandes de Kennys Lake), tocó una puerta de madera que no
era la principal. Tocó repetidas veces y con fuerza ignorando el dolor que los
constantes golpes provocaban en su mano empuñada. De pronto, alguien abrió una
ventanilla que estaba en la misma puerta. No podía ver su rostro, solo sus ojos
verdes debajo de unas pobladas cejas negras.
— ¿Es el padre Gabriel? — le preguntó.
— ¿Quién lo busca?
No tenía tiempo para un interrogatorio, así que fue directo al punto.
— Estoy con el padre Jack, le han disparado en la pierna y me pidió que buscara
ayuda aquí. Él tiene información importante.
El hombre cerró la ventanilla, escuchó que retiró un pasador de seguridad y luego
abrió la puerta por completo. Ella notó que también portaba un alzacuellos.
— ¿En dónde está él?
— En la bibliotecala que pertenece a la iglesia, hay que darnos prisa. Está solo y
herido, esperando por nosotros.
Corrió hacia algún lugar que los ojos de Helen no alcanzaron a ver, y después de
unos minutos salió con un maletín que de inmediato supo que tenía material
quirúrgico y de primeros auxilios.
Se aseguró de cerrar la puerta y una vez hecho, ambos corrieron hacia la biblioteca,
Helen iba a detrás de él, porque estaba más pendiente de que no aparecieran más
personas con armas por el lugar puesto que ya sabía que había saqueadores por la
zona.
Cuando llegaron, él intentó abrir la puerta por medio de empujones, pero Helen se
interpuso entre él y la puerta, sacó la llave de la bolsa de su chaqueta y la abrió.
— ¡Jack! — exclamó el sacerdote cuando lo vio recargado en una pared.
—Nicolás— dijo el padre Jack —. Mi fa tanto piacere che tu sei a salvo. Dove sono
gli altri?
96
Nicolás le contestó en el mismo idioma. ¿En serio? ¿Iniciaron una conversación en
italiano? pensó Helen fastidiada, torció los ojos y cruzo los brazos. No sabía si lo
hicieron porque no querían que ella los escuchara o porque ambos eran italianos y
se identificaban mejor hablando esa lengua.
Y mientras Jack le explicaba a su amigo lo que había sucedido, el padre Nicolás
buscó el material que usaría para ayudar a curar la herida. Helen escuchó una vez
ESTÁS LEYENDO
Caminos de medianoche
HorrorUn culto siniestro se estableció en las tierras de Kenny's Lake y Candy's Dock. Trescientos años después volvieron para recuperarlas. Durante un evento histórico, comenzó la peor noche de todos los habitantes de estos pueblos, desatando el mal del...