Juan 15:13
Con los ojos fijos en la oscuridad, con dolor y pesar, caminaba por las sombrías
calles del pueblo que lo había visto crecer y al que ya no podía llamar hogar. ¿Dónde
estaban los niños jugando en las calles? ¿Dónde estaban los enamorados
despidiéndose acompañados de la luz de la luna? ¿Por qué no se escuchaban las
risas de las familias que cenaban con la ventana abierta? ¿En dónde estaba la
alegría de Kennys Lake? Su mente estaba ausente y su vista perdida. Se sentía
como un muerto viviente que solo caminaba porque podía hacerlo.
Pero él sabía lo que tenía que hacer, sabía cómo hacerlo, pero su temor era infinito.
El único deseo que albergaba en su corazón era el de ver a Helen una vez más,
besarla, tocarla, decirle que la amaba. Y, por último, darle la información que ella
precisaba para que pudiera dejar el pueblo.
Se recargó en la pared frente a lo que alguna vez fue el museo más visitado, y ahí
esperó a Helen, porque sabía que ella había regresado, no conocía el propósito por
el que había ido, pero estaba seguro de que Helen estaba en el interior de ese
maltrecho edificio.
Después de que ella estuvo en Waccos, volvió al museo que ahora tenía sus
estructuras quemadas, examinó el sarcófago sin obtener ninguna respuesta a sus
interrogantes y lo único que consiguió fue recordar lo que había vivido ahí. Adam
suplicó que no tardara tanto, ya que Belly solo le había dado dos horas, pero él aun
no quería entrar al museo.
Finalmente la vio bajando los escalones con rapidez, Adam sonrió en cuanto la vio,
ella aún no se había percatado de su presencia, no hasta que atravesó la calle y lo
vio parado a unos metros. Lo observó de pies a cabeza, rogando porque no fuera
otra de las trampas de ese infierno que había vivido, se acercó a él y colocó sus
manos en el rostro de su novio. Soltó todas las lágrimas que tenía reservadas al
escuchar su voz.
—Hola hermosa—dijo y de inmediato sonrió.
—¡Adam! —exclamó al abrazarlo.
Él se aferró al abrazo, deseando que nunca terminara.
—¿Estás bien? — preguntó Helen sin apartarse de él.
—Si, estoy bien—respondió, colocó sus manos en las mejillas de ella para
examinarla—¿Tú?
Helen asintió.
—Ahora lo estoy. Tenía mucho miedo.
Él volvió a abrazarla y aunque en ese momento estaba feliz por el hecho de que
Helen estaba entre sus brazos, pensó en todo el odio que le tenía a Belly y a las
hermanas Reynolds por haber causado todo eso, por haber involucrado a Helen y
ESTÁS LEYENDO
Caminos de medianoche
TerrorUn culto siniestro se estableció en las tierras de Kenny's Lake y Candy's Dock. Trescientos años después volvieron para recuperarlas. Durante un evento histórico, comenzó la peor noche de todos los habitantes de estos pueblos, desatando el mal del...