PARTE 42: ADAM LADO A1 Y HELEN LADO B1

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Absolución

Caminó lentamente hacia ese lugar a pesar de que estaba desesperado por reunirse

con ella y verla una vez más. Cada uno de sus pasos llevaba inseguridad, tenía

miedo de llegar al final. Incluso temía que ella no estuviera ahí, sentada en una de

las bancas del viejo cementerio de la forma en la que él la había visualizado, justo

como Belly le prometió que sería.

Siguió caminando hasta que llegó al cementerio, atravesó la reja oxidada y cuando

llegó y no vio a Helen, no pudo evitar pensar que Belly lo había engañado. Se sentó

en el concreto de una de las tumbas abandonadas y miró hacia arriba.

—Hola—dijo con la voz entrecortada—, solo quiero decir que lo siento, siento no

haber sido un mejor hijo para Ti. No sé porque tuvo que pasarme esto, a un niño de

ocho años que quería divertirse y tener amigospero no te culpo. No te culpo

porque ellos me hayan encontrado, quiero que sepas que nunca te he culpado,

aunque eso ya debes saberlo. No te voy a pedir que salves mi alma porque sé que

tal vez no sea posible, pero Helen, su papá y muchos otros de este pueblo no han

hecho nada malo, nada que sea muy malo. Por favor, sálvalos, es lo único que

quiero ahora—no retuvo más las lágrimas. Se aclaró la garganta y continuó

hablando—. He estado alejado de Ti mi vida entera y entiendo que no quieras

escucharme ahora, si tuviera la oportunidad lo haría todo diferente, sería el mejor

hijo que hayas tenido, pero sé que no puedo cambiar nada ahora, así que te pido

que los salves, por favor. Es lo único que quiero.

Mantuvo los dedos entrelazados, cerró los ojos, agachó la cabeza y permaneció en

silencio, atento a todos los ruidos de su alrededor, rogando que Belly respetara el

tiempo que le había dado y que no llegara a molestarlo y aturdirlo con su aguda voz

y su risa escabrosa con la que disfrutaba torturarlo.

—¿Adam?

Se puso de pie al escuchar la voz que más deseaba escuchar en esa noche, estaba

muy cerca de él y vio a la chica parada junto a uno de los tantos mausoleos.

—¡Adam! — exclamó ella corriendo hacia él para abrazarlo.

Él abrazó a Helen con fuerza y la escuchó llorar, por segundos permanecieron

unidos entre sus brazos y en silencio. Finalmente, Adam se separó de ella y colocó

sus manos sobre las mejillas de Helen y con los pulgares le retiró las lágrimas.

—Hola—dijo en voz baja— ¿Estás bien?

Ella asintió.

—Pensé que no te iba a volver a ver y tuve mucho miedo, yo lo siento tanto

Colocó la mano en su nuca para acercarla a él y abrazarla de nuevo. Permanecieron

en esa posición, hasta que ella se apartó de él con premura, tomó por sorpresa a

Adam, pero ella se apresuró a explicar el motivo por el que había reaccionado de

Caminos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora