Sus ojos estaban enrojecidos, fruto del llanto que no se detuvo durante toda su
caminata. No podía olvidar como el padre Jack había muerto en sus brazos y se
culpaba a sí misma por haber tenido la intensión de quitarle el arma a ese hombre.
Las dudas la inquietaban ¿Realmente les habría disparado? ¿Hizo lo correcto al
arriesgar su vida para salvarlos? ¿De que sirvió? De cualquier modo, el sacerdote
había sido asesinado y ella estaba viva y tenía que llegar a la catedral y buscar al
padre Gabriel.
Se detuvo en el parque central de Kennys Lake, se sentó en una de las bancas y
abrió el libro de terciopelo azul. El libro por el que el padre tanto se había
preocupado por conseguir y que al final fue ignorado por los ladrones junto con los
otros libros antiguos.
Se dirigió a las ilustraciones que había visto en la biblioteca, aquellas que eran muy
semejantes a los dibujos de Adam.
Miró en específico el de dos mujeres. La imagen estaba detallada y realizada con
sumo cuidado, nada que ver con los garabatos de un niño de ocho años, pero los
detalles como el color de cabello, de ojos y la vestimenta eran iguales. Por lo menos
lo que ella recordaba del dibujo que solo vio una vez en su vida un par de meses
atrás. Otro recuerdo que tenía de los dibujos de Adam era que en medio de las dos
mujeres había un niño que estaba triste, y en el piso yacía un hombre que a su
alrededor tenía rayones rojos, que Helen supuso que era sangre. Helen recordó que
la primera vez que los vio, se rio por los dibujos y que incluso Adam también estaba
riendo, reconociendo que su arte era muy malo a esa edad.
Sus ojos se humedecieron, y no pudo contener las lágrimas, dejó el libro a un lado
y lloró amargamente. Quería que su papá estuviera bien, y extrañaba a Adam con
desesperación. Para ella Adam era el mejor. Cuando tenía miedo o estaba
preocupada, él se acercaba a ella y la abrazaba sin decir nada, la dejaba hablar y
en ocasiones llorar. Y él se quedaba a su lado, escuchándola. En una situación
como esa quería sentir su abrazo y su calidez, pero no estaba y lo último que había
hecho con él era discutir. Y estaba enojada por eso.
— Adam— dijo su nombre entre lágrimas— ¿En dónde estás?
Y sabía que no le iba a responder. Él estaba muy lejos, tal vez muerto.
O tal vez nono podía estar muerto si los que habían causado todo el horror aun
lo necesitaban, según lo que el padre Jack le había confiado.
Se retiró las lágrimas de la cara usando la manga de su chaqueta, y volvió a tomar
el libro. Jack había mencionado que para salvar a Adam tenía que ir con el
monseñor Gabriel ¿Salvarlo de que o de quién? Y si tenía que salvarlo, significaba
que en ese momento él seguía vivo. Y aun podía hacer algo. No perdió más el
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Caminos de medianoche
HororUn culto siniestro se estableció en las tierras de Kenny's Lake y Candy's Dock. Trescientos años después volvieron para recuperarlas. Durante un evento histórico, comenzó la peor noche de todos los habitantes de estos pueblos, desatando el mal del...