PARTE 47: ADAM LADO A2 Y HELEN LADO B2

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Estrella roja

Escuchó la música de la iglesia, pero no había nadie ahí, ni una sola persona

paseaba sus dedos por el inmenso órgano y aun así podía oír melodiosas notas, tal

vez era solo sugestión, creyó. Y a pesar de estar en ese lugar santo, sintió miedo,

como si no estuviera segura. Esperó pacientemente a los sacerdotes que se

encontraban en la sacristía y oyó cada palabra que decían y que grababan con una

vieja grabadora de casete.

-Mi nombre es William Miller, soy sacerdote de la parroquia San Pedro, me

encuentro con el padre Jack de San Juan, el padre Nicolás de San Pablo, el padre

Daniel de San Andrés, el padre Albert de San Lucas, el padre Isaac de San

Santiago, el padre Thomas de San Santiago el menor, el padre Javier de San Felipe,

el padre Robbie de San Judas Tadeo, el padre Terrence de San Simón y el padre

Alan de San Mateo. Buscaremos al joven Adam James Price, de 28 años para que

nos autorice la realización del exorcismo el cual se realizará en esta iglesia, la

primera parroquia de Kennys Lake y expulsar la entidad que está dentro de él.

Helen sintió escalofríos al escuchar esa última parte, en la que hablarían sobre la

forma en la que se ejecutaría ese ritual, las posibles consecuencias y lo que se

tendría que hacer en caso de fallar. Se retiró para esconderse en los confesionarios

y una vez dentro se sentó en el piso. Se tapó los oídos y cerró los ojos y permaneció

sumergida en sus pensamientos y dudas. Minutos después notó que alguien

entraba.

-Lo siento, te espanté-dijo el padre Jack.

Ella negó con la cabeza.

-Que hayas abierto esa puerta de ese modo no se compara con lo que en verdad

me da miedo.

Él desvió la vista hacia uno de los vitrales.

-Tal vez quieras confesarte.

Alzó la mirada para verlo y él no la miraba a ella, continuaba con los ojos fijos en el

vitral.

-¿En serio puedo hacerlo?

Él asintió.

-Será bueno. Te sentirás mejor.

-Yo...no lo hago muy seguido, creo que hay una gran lista, nos tomará todo el día.

-Dime lo que más te pesa.

Clavó la mirada en el mismo vitral que él miraba, en la figura inerte de aquel hombre

que había dado su vida por los pecados de todo el mundo, y aún en esa sangrienta

representación, había amor y esperanza que se irradiaba en su rostro.

-Si, hay algo-dijo sin apartar la mirada del vitral-. Cuando Adam y yo

comenzamos a ser novios, hablamos sobre lo que pasaría si yo me embarazaba,

pero solo como una situación hipotética, nada que fuera a suceder realmente, y él

Caminos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora