PARTE 49

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Podía sentir el terror recorriendo cada parte de su cuerpo, viajando a través de su

sangre y apoderándose de sus huesos y músculos, y a pesar de esa sensación, no

iba a dejarlo; no podía hacerlo. Entró a la funeraria y bajó de nuevo las escaleras.

Vio a Adam forcejeando con el embalsamador en el piso. El hombre era muy grande

y mucho más fuerte que Adam. Corrió hacia ellos y le enterró el bisturí en la espalda

al sujeto, pero no logró lastimarlo, ella cayó al piso al ser empujada por un solo

brazo de él. El embalsamador dejó a Adam para enfocarse en Helen y en el

momento en el que le dio la espalda, Adam utilizó la sierra para lastimarlo

haciéndole cortes en los brazos y espalda siendo salpicado por una

inconmensurable cantidad de sangre y fue ahí donde Adam se puso de pie, ayudó

a Helen a levantarse y los dos salieron del sótano, corriendo lo más rápido que

pudieron, escuchando las maldiciones del embalsamador y sus pasos furiosos que

se aproximaban a ellos.

Salieron de la funeraria, él los perseguía.

-¡Adam! - llamó Eliot que lo había seguido justo después de que él se fue al

escuchar a Emily hablar sobre la próxima muerte de Helen.

Los dos corrieron hacia donde él estaba y Eliot se quedó perplejo al ver al

embalsamador, un hombre que sangraba, tan grande y fuerte persiguiéndolos como

un depredador.

Eliot se metió la mano en el bolsillo y sacó la pistola que había encontrado en la

casa del vigilante y sin pensarlo disparó las tres balas que el arma tenía, finalmente,

el embalsamador cayó muerto a los pies de Eliot. Soltó el arma, sus manos

temblaban, incrédulo ante el hecho de que había matado a alguien. Helen trató de

relajarse abrazando a Adam, que al igual que ella, estaba demasiado asustado por

lo que habían vivido. Adam permaneció aferrado al abrazo de su novia, pero al ver

la expresión de terror en el rostro de Eliot, se apartó de ella y se acercó a él.

-Eliot, vámonos-le dijo Adam, colocando su mano sobre su hombro, en un intento

por calmarlo.

-Yo lo maté-dijo en voz baja.

-Eliot- Adam volvió a llamarlo-. Está bien, vámonos.

Helen lo sujetó de la muñeca, obligándolo a caminar a lado de ellos.

Volvieron al cementerio en el que se habían ocultado antes y permanecieron los

tres en silencio. Eliot, cabizbajo, con las manos aun temblorosas.

-No era un humano tal cual-dijo Adam para consolarlo.

-Tú nos salvaste- agregó Helen.

-Yo no puedo aceptarlo-dijo Eliot-. No quería matar a un hombre. No era mi

intención.

Adam y Helen intercambiaron miradas llenas de dolor y pena por su compañero

cuyos ojos no habían parado de lagrimear.

-Lo lamento-dijo Eliot dirigiéndose a Adam-. Cuando me contaste sobre ese

tipo, me costó trabajo si quiera imaginarlo. Pero era verdad.

-¿Lo habías visto antes? - preguntó Helen y él asintió-¿Cuándo?

-Cuando esto comenzó. Dios, no sé cuánto tiempo llevamos aquí.

-Tienes razón, no he visto la luz del sol y han pasado horas desde la medianoche-

dijo Helen.

Eliot se limpió el rostro con las mangas, inhaló lentamente y luego suspiró.

-¿Cómo saldremos de aquí? - preguntó.

-No lo sé- confesó Adam-. Ellos no nos dejarán salir.

-¿Ellos? - cuestionó Helen-¿Quiénes son ellos?

-Mereces saber por qué pasó todo esto-susurró Adam-. Sé que sonará raro,

pero te pido que solo me escuches por ahora.

La tomó de la mano y se sentaron en el piso y ahí le contó todo, no omitió ni un

detalle de la historia, le contó sobre las hermanas brujas que habían formado parte

de un siniestro culto que se había instalado en Kennys Lake siglos atrás, de Belly

de lo que pasó cuando era un niño deocho años. Y Eliot volvió a escuchar la historia,

convenciéndose de ella.

-¿No nos dejarán salir a menos que les des lo que quieren? - preguntó Helen

una vez que él concluyó.

Adam asintió.

-Pero no quiero hacerlo, no puedo.

-No perderemos nada intentándolo-dijo Eliot-. Tenemos que salir de aquí, sea

como sea.

Helen estuvo de acuerdo porque también estaba cansada de ese lugar, de correr e

intentar salvarse de algo que no lograban comprender. Por otro lado, Adam no

estaba convencido de que lograrían salir, porque sabía de lo que Belly era capaz,

sabía que él no les permitiría la salida. Suspiró, asintió y apoyó la idea de intentar

irse de Kennys Lake.

Salieron del mausoleo y caminaron por las calles del tranquilo pueblo, cuya

apariencia daba la impresión de no tener ni una sola alma con vida. Avanzaron hasta

que llegaron al lago. Subieron al bote y remaron a Candys Dock.

Y al llegar al pueblo vecino descubrieron algo que de alguna manera ya sabían que

verían, pero que para Adam era mejor que entregarse a la oscuridad a la cual había

sido prometido veinte años atrás.

Nada había cambiado. Ni siquiera en Candys Dock.

La tierra que alguna vez perteneció a ese culto seguía maldita.

Continúa leyendo en la parte 58

Caminos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora