PARTE 38

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13 de septiembre del año 2013

Esa mañana, el sacerdote despertó más tarde de lo que acostumbraba, se

preparó para celebrar misa en la mañana con la poca concurrencia habitual, y

poco después desayunó, leyó un poco, llamó a sus orgullosos padres, celebró

otra misa en la tarde y después de eso emprendió su viaje. Caminó hasta la

casa a la que había prometido realizar una visita. Vivía en un pueblo pequeño,

así que no tenía necesidad de usar un automóvil, además disfrutaba de

caminar solo porque le permitía pensar y reflexionar

Llegó a la residencia y la observó por unos segundos antes de acercarse para

tocar el timbre de la casa de los Price el cual sonó en el interior y a los pocos

segundos los pasos de la señora resonaron, desde la sala hasta la puerta

principal. Abrió la puerta y suspiró aliviada cuando vio al hombre con el

maletín en su mano.

—Padre William, que bueno verlo por aquí—dijo ella—. Por favor, pase.

Él entró con una sonrisa en su rostro y estrechó la mano del hombre que se

acercó a él.

—Hola, soy James, el papá de Adam.

—Gusto en conocerlo, señor. La secretaria de la parroquia me informó de su

petición y luego su esposa me pidió personalmente que viniera.

Los señores intercambiaron miradas, Laura se notaba más nerviosa que su

marido.

—Sentémonos un momento—propuso ella— ¿Quiere una taza de café?

—Gracias—dijo el padre William con un asentimiento.

James se apresuró a ir a la cocina y servir en una taza el café que ya aguardaba

su consumo en la cafetera, le entregó la taza y se sentó en el sillón a lado de

su esposa.

—Para ser honesto, no estaba en mis planes venir, pero luego de la visita de

la señora Laura, mi hermana me habló ayer por la noche, dijo que esperaba

que yo viniera.

—Si, verá...su hermana es la cuñada de mi hermano— explicó Laura—, usted

es el sacerdote más cercano de la familia. Aunque el lugar es chico, usted es

el único al que podíamos acudir sin sentir vergüenza.

El padre William tomó un sorbo de su café.

—No lo entiendo.

El matrimonio parecía incómodo con la situación, sobre todo Laura que había

sido la que insistió en concretar esa reunión.

—Mi esposa es católica y yo tengo ascendencia judía, pero no practicamos

nuestras religiones para nada—confesó James.

—¿Y por qué estoy aquí? — preguntó el padre William.

Otro intercambio de miradas. Laura explicó.

Caminos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora