— Dispárales si quieres. A mí me da igual.
Cerró los ojos y apretó con fuerza la mano del sacerdote. Pensó en cuales eran sus
opciones ¿Pedirles que tuvieran piedad? ¿Limitarse a esperar lo peor? Comenzó a
llorar y de inmediato sintió la mano libre de Jack que la tomaba del hombro. Con su
mano derecha sostenía la derecha de Helen y con la izquierda la rodeaba para tocar
su hombro izquierdo. Era un abrazo que pudo reconfortarla un poco. Y tal vez fue
eso lo que hizo que el hombre decidiera no matarlos, pero tampoco quería que sus
compañeros creyeran que era débil.
— Solo al buscapleitos— dijo él.
Y antes de que pudiera hacer algo, Helen escuchó un disparo, y oyó las quejas del
sacerdote.
— ¡Vámonos! — exclamó uno de ellos.
Tomaron su botín y se fueron dando brincos y gritando frases llenas de burla. Helen
abrió los ojos y vio al padre tirado en el piso, sosteniendo la parte herida que no
paraba de sangrar. Le habían disparado muy cerca del muslo derecho, apenas
rozándolo, pero si causándole una herida.
— Padre— se acercó a él. —. Vas a estar bien, te llevaré al hospital y
— No hay tiempo. Hay que ir a la catedral ahora mismo.
— ¿Qué? ¿Por qué la catedral? Quiero que me expliques todo ahora.
— En la catedral
— ¡Ahora! Mencioné el dibujo de Adam y tu rostro cambió y de repente era
importante encontrarlo cuando ni siquiera te interesabas en él. Quiero que me digas
la verdad ¿Por qué es tan importante ese libro? ¿Por qué hay que ir a la catedral?
¿Y qué tiene que ver Adam con todo esto?
El padre se arrastró hasta que llegó a la pared y en ella se recargó. La miró con
poca simpatía.
— Hoy despertaron los demonios—dijo con seriedad—. Uno de ellos había estado
dormido por siglos, pero hoy fue despertado ¡Lo despertaron! Y ese fue tu Adam.
Al escuchar eso, Helen soltó una risa sin alegría, el rostro del sacerdote no delataba
que lo que le decía fuera una broma, sino que demostraba estar furioso. Helen se
aclaró la garganta y realizó su siguiente pregunta.
— ¿De qué estás hablando? ¿Qué relación tiene Adam con todo lo que está
sucediendo aquí?
— Es un emisario, fue elegido hace mucho tiempo, desde que era niño. Por eso los
dibujó, eran sus recuerdos, no pesadillas. Tu novio ha tenido un demonio dentro de
él todo este tiempo y si no nos damos prisa, hoy lo dejará salir y destruirá todo lo
que queda del pueblo, para después seguir con el resto del país, luego el continente
y
—Estás loco— le interrumpió con brusquedad.
Se levantó y amenazó con irse y dejarlo ahí desangrándose si no decía la verdad.
— Esa es la verdad— dijo con dificultad— ¿Qué explicación científica encuentras
para justificar la aparición de las criaturas que los atacaron en el museo? Todas las
parroquias nos unimos, rogamos que no abrieran el sarcófago, pero lo hicieron y
Adam estaba ahí para presenciar todo. Recuerdo haberlo visto el día en que
hablamos con el director de ese museo. Yo recordaba haberlo visto, te dije que me
saluda cada mañana cuando nos topamos en la calle, pero también él estuvo en
esa oficina sin decir una sola palabra ¿no te lo dijo? ¿no te contó que doce
sacerdotes pidieron que no se realizara la exhibición?
Helen trató de recordar si su novio había mencionado eso, sin embargo, estaba
segura de que no lo había hecho. Se llevó una mano al bolsillo para palpar la foto
que estaba guardada en el interior. Pensar en esa foto y relacionarla con todo lo
que el sacerdote decía era difícil para ella. Pero podía concederle algo de razón, no
había nada que pudiera explicar el origen de esas criaturas, la chica que danzaba
con los huesos rotos y la muerte que se generó a partir de eso.
— ¿Qué debo hacer? — preguntó cabizbaja, no convencida por completo pero
dispuesta a darle una oportunidad al sacerdote.
Él sonrió y asintió como si quisiera indicarle que estaba haciendo lo correcto.
— Vamos a la catedral, hay que buscar al monseñor Gabriel y
— No, estás herido. Te quedarás aquí, yo iré a la catedral y traeré a ese monseñor
Gabriel ante ti. En esas condiciones nos retrasarías demasiado y si hay más de
esas cosas allá afuera no podrás correr. Cerraré las puertas de la biblioteca para
que estés a salvo.
Aunque Jack no estaba de acuerdo, sabía que Helen tenía razón y que quedarse a
esperar ahí era lo más sensato, de lo contrario solo la retrasaría y los pondría a
ambos en peligro.
— De acuerdo. No pierdas tiempo y vuelve de inmediato— le ordenó.
No hizo más que asentir, él le entregó las llaves de la biblioteca, salió del inmueble
y cerró la puerta para evitar que alguien más entrara.
Y luego inició su viaje a la catedral.
Continúa con Adam en el lado A en la parte 20 o en la parte 21 si estás
siguiendo el camino B1, de la misma manera ve a la parte 21 si estás en B2.
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Caminos de medianoche
HorreurUn culto siniestro se estableció en las tierras de Kenny's Lake y Candy's Dock. Trescientos años después volvieron para recuperarlas. Durante un evento histórico, comenzó la peor noche de todos los habitantes de estos pueblos, desatando el mal del...