PARTE 20: ADAM LADO A

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En su mente continuaba atormentándolo el video que había visto en las pantallas

de la comisaría y no dejaba de cantar en voz baja la canción que escuchó por medio

de las bocinas, él conocía la letra a la perfección. La había cantado en más de una

ocasión, no era el mejor cantante del mundo, pero a Helen le gustaba, y era lo único

que le importaba.

Su teléfono no había parado de sonar, pero no atendió ninguna de las llamadas, ni

siquiera se preocupó en mirar de quien eran, sabía que se trataba de Steve. Lo

había angustiado de más cuando habló con él. Adam descubrió que su celular solo

funcionaba si Steve lo llamaba, estaba inservible para cualquier otra cosa y aun así

no quería hablar con él. Amaba a su hermano mayor y por eso no quería atraerlo a

la oscuridad de Kennys Lake y confiaba en que no lograría llegar si había vallas de

seguridad, policías y militares en la entrada justo como Steve lo había narrado, todo

debido a una tormenta que Adam no vivió pero que Steve aseguraba que había

sucedido. Todos fuera de Kennys Lake lo habían visto en las noticias, pero nadie

en el interior del pueblo había presenciado algo parecido.

Dejó de caminar cuando llegó al lugar en el que había iniciado todo, no esa noche,

sino veinte años atrás. Observó lo que había frente a él y sonrió al recordar esa

época de su vida, donde todo era inocencia y no tenía miedo más que a los

exámenes y profesores que el describía como enojones y gritones. El centro de

convenciones de Kennys Lake estaba frente a él. Su apariencia era muy diferente

a la que él recordaba como niño, había asistido ahí en varias ocasiones, pero por

años, olvidó el hecho de que en ese lugar se quedó por un día entero, en el cual su

familia vivió una pesadilla al mismo tiempo que él vivía la suya. Una pesadilla que

era mucho más que eso.

Trató de recordar en donde estaban los puestos de comida, de qué color era la

carpa del circo y la ubicación exacta del teatro abandonado. El pequeño teatro

estaba detrás del actual, no había sido demolido, ni remodelado, simplemente

estaba abandonado, acumulando polvo y vandalismo. La puerta estaba cerrada con

llave y tenía un candado, pero las ventanas no tenían ningún tipo de protección.

Podía romper una sin problema y entrar por ahí, en esas circunstancias nadie lo

reprendería por hacerlo. Tomó una piedra, dio unos pasos atrás y la lanzó contra la

ventana, la cual se rompió de inmediato. Quitó los restos del cristal con los codos y

entró.

No había luz, el candelabro seguía ahí, las butacas rojas estaban muy sucias y el

escenario repleto de tierra.

Cerró sus ojos por unos segundos, y entonces recordó todo lo que había vivido,

veinte años atrás.

Caminos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora