PARTE 48: ADAM LADO B1 Y HELEN LADO A1

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El embalsamador

Para sorpresa de Eliot, Adam se había quedado dormido con la espalda recargada

en la pared, cabizbajo y con las manos entrelazadas. Eliot miraba a través de los

cristales del mausoleo, sentía tensión en su cuerpo cada vez que escuchaba un

ruido en el exterior, pero se relajaba cuando se daba cuenta de que solo era el

viento, golpeando las ramas de los árboles que a su vez golpeaba los altos

mausoleos.

Esporádicamente miraba a Adam y no entendía cómo podía estar tan relajado en

ese momento, pero también pensaba en todo lo que el pobre chico había pasado

en Kennys Lake en su lucha por encontrar a Helen al mismo tiempo que procuraba

su propia vida. Antes de quedarse dormido le contó lo que había visto, la forma en

la que el museo se incendió poco después de que él estuvo en el interior y también

le habló sobre el tipo que lo había perseguido mientras exclamaba que lo iba a

arreglar porque tenía que estar listo para que su familia se despidiera de él. Adam

omitió algunos detalles que sabía que inquietarían mucho más a Eliot, como el

hecho de que habló con su compañero Dorian antes de que se incendiara el edificio

o la mujer que lo había ayudado a escapar, pero no omitió su percepción de que el

hombre era un desquiciado que se deleitaba con embalsamar a las personas en

vida. Adam parecía muy seguro de eso, pero Eliot no podía creerlo, no podía creer

que hubiese tanta locura y maldad en una persona. No podía creerlo en ese mismo

momento, pero sabía que, sí había gente mala que se divertía con el dolor ajeno, y

no era necesario estar en un infierno con monstruos deformes y oscuridad en la

tierra para verlo; se aclaró la garganta y pensó en todos aquellos que habían hecho

un horror de su hogar, en los verdaderos monstruos que se veían como personas

normales caminando cada día al trabajo. Había maldad, pero no como él la

imaginaba, no como la que había presenciado esa noche que parecía no tener fin

por más que las horas avanzaran.

Miró por encima del hombro a Adam, descubriendo que tenía los ojos abiertos y que

brillaban en la oscuridad mientras miraba hacia el piso y Eliot desvió la mirada,

asustado, seguro de que esos no eran los ojos de su compañero.

—¿Adam? — lo llamó, con sus ojos enfocados en la oscuridad del exterior.

Continuaba con la vista hacia abajo y poco a poco la levantó para posar los brillantes

ojos azules sobre Eliot y sonreírle.

—¿Adam? — volvió a preguntar.

Se levantó y caminó con lentitud hacia él, Eliot escuchó los pasos aproximándose,

un escalofrío recorrió su cuerpo, los dientes castañeaban y se aferró a los barrotes

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de la puerta del mausoleo. Sintió la mano sobre su hombro y la apretó propinándole

Caminos de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora