NAMLA //The Mandalorian//

THE KRYZE CASTLE

-Y esta es Calevala. Es otro planeta en el sistema Mandaloriano.-le explicó Mando a Grogu al entrar en el planeta que alguna vez, también fue mi hogar.-Y ese, es un castillo Mandaloriano. Perteneciente a la familia real.

-Es justo como lo recordaba.-dije con un remolino de emociones en mi interior, viendo el palacio a través del cristal de la nave.-Solía pasar aquí todas las vacaciones y festividades. Parece que fue ayer...

-Sabes...Me puedo imaginar una pequeña tú correteando por aquí.-murmuró Mando buscando donde aterrizar.

-Korkie y yo amábamos hacer eso. Ser niños al menos unos instantes.-relaté cuan dura podía llegar a ser la vida siendo parte de la realeza Mandaloriana.-Sin títulos y sin protocolos. Solo dos primos divirtiéndose, jugando hasta ensuciarse el último de los cabellos...esperando que mamá, la tía Bo y el resto de la familia llamaran para la cena. Después comíamos postre y abríamos regalos junto al fuego.-continué el relato.-Y al terminar la noche, iba a mi habitación para ver con tranquilidad aquella lluvia de estrellas que marcaba el final del ciclo de rotaciones. Luego cuando el cielo se despejaba lo suficiente, se podía observar cuan brillante se volvía Concordia.

-Lo dices en serio?.-me cuestionó extrañado mirándome de reojo. Yo asentí.-Porque yo podría jurar que esas noche Calevala brillaba mas.

-En serio? También observabas el fin del ciclo estacional Mandaloriano?.-le pregunté curiosa.

-Si. Acababa de ser rescatado de mi planeta natal por los Mandalorianos que ya se refugiaban en Concordia. Es ahí donde estaba. Recuerdo que esa tradición también se llevaba a acabo.

-No puedo creerlo.-negué incrédula.-Aun de niños, estuvimos tan cerca.

-Creo que es curioso...el como miraba Calevala esas noches.-susurró con voz suave.-Sin saber que estabas ahí.

-Yo creo que...muy en el fondo ambos lo sabíamos. Por eso los planetas eran tan brillantes para ambos. La fuerza tiene varias maneras de manifestarse. Puede que nuestros destinos fueran entrelazados esa noche.

-Y no sabes cuan agradecido estoy por ello.-apremió acariciando la cabecita del pequeño Grogu que escuchaba muy atento la historia.

-Y hoy estamos aquí; donde todo inicio.-respondí cuando la nave al fin aterrizó de forma automática frente a la entrada principal del castillo.

Mando finalmente abrió la compuerta de la nave y un droide de protocolo corrió a cubrirme con una sombrilla evitando que me mojara con la intensa lluvia característica del planeta.

-Su majestad! Sea bienvenida a casa.-me saludó el droide.

-Gracias.-respondí de forma atropellada, cerrando la cuna del bebe con prisa para que no se empapara, ya que al parecer el droide no tenía muchas intenciones (o tal vez ordenes) de atender a mis acompañantes de nula sangre noble.

-Por aquí su majestad.-me mostró el camino que conocía a la perfección. Incluso aun podías distinguir algunos gravados que hice en las piedra de forma traviesa.

-Solo...Namla.-le pedí dando mis primeros pasos hasta la entrada con Din y Grogu a mi derecha. Un poco incomodos, no podían ocultarlo.

-Por supuesto Princesa Namla.-pronunció el Droide sin haber entendido mi petición.-Permítame su abrigo.-continuó tirando de mi capa con suavidad y educación.

Yo cedí y se la entregué. Después, centré mi vista en el trono. Mi tía se encontraba ahí, sentada de forma desgarbada como siempre se nos prohibió hacer.

-Bo-Katan. Soy Din Djarin. Vengo a unirme a ti.-pronunció Mando en voz alta, pero esta lo ignoró. Siguió observando por la ventana con una mirada nostálgica.