FRIENDS

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Mando suspiró y observó a Namla en la cima de aquel pequeño risco.

Conocía su rutina. Cuando todos salían a entrenar afuera en las primeras horas de la mañana, ella se dirigía a ese sitió; tomaba asiento, cruzaba sus piernas y cerraba sus azules ojos.

Así transcurrían las horas. Aunque a veces existían variaciones. Ella se solía perderse en la parte trasera del refugio. Suponía que iba a entrenar o algo por el estilo.

El no quería presionarla y preguntarle el porqué se escondía para hacerlo. Aunque se daba una idea. Estar en un grupo nuevo a veces no era sencillo. Más cuando eras alguien tan diferente a los demás...en cambio el niño; él niño no le daba mucha importancia a esas cosas. Su mente aún era muy infantil para fijarse en ello. Se la pasaba vagando por todo el refugio buscando algo con lo que entretenerse.

Din estaba muy alegre y en paz consigo mismo luego de haber obtenido la redención y volver con su gente; pero ahora con su familia se planteaba el echo de buscar otro sitio donde establecerse para que ellos estuvieran mas cómodos.

Tomar la palabra de Karga sonaba cada vez mas tentadora.

Pero ya no pudo seguir divagando en ello. Los murmullos a su alrededor lo distrajeron.

Hablaban de Namla como ya era costumbre.

Algunos la veían disimuladamente, otros en cambio no perdían el tiempo con cortesías y la observaban sin vacilación.

Esa era otra cosa muy importante que la volvía el centro de atención de todos.

Hablaba.

Hablaba sola.

O al menos eso parecía. Din sabía que los Jedi podía comunicarse de formas inexplicables con otros Jedi vivos o no. Según sus palabras "Uno nunca se va del todo".

Pero eso no lo entendían los demás. Esperaba desde lo más profundo de su corazón que algún día lo hicieran. Por el bien de Namla. Por el bien de los Mandalorianos.

El tabú y el conflicto entre amabas razas debía morir. Sólo así podrían progresar. La galaxia entera lo haría.

 La galaxia entera lo haría

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Armonía. Era la sensación de la cual más disfrutaba. Todo lo demás a mi alrededor se eliminaba. Solo existía el balance en mi corazón. Lo que por defecto provocaba paz en mi alma.

La brisa marina soplaba contra mi rostro a pesar de la altura en la que me encontraba.

Ayudaba a concentrarme en aquel aprendizaje que transportaba la fuerza. Sólo proveniente de la meditación. Era una lección sin palabras. Debías ser astuto y paciente para entenderla.

Eso era una de las razones por lo cual los Jedi tardábamos mucho en esto.

Nos envolvíamos en el cálido manto de la vida. Donde nos sentíamos cómodos mientras nos hacíamos más sabios.

NAMLA  //The Mandalorian//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora