6. ADIVINANZAS PARA NIÑOS

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Una semana más tarde Hyunjin vio como Yang entraba en la celda con dos libros nuevos bajo el brazo. Para su sorpresa, en vez de meterse en la litera de abajo como de costumbre, se detuvo frente a él, mirándolo.

—¿Pasa algo? —preguntó, confundido. Salvo para decir Buenos días, Yang no había vuelto a dirigirle la palabra desde que lo amenazó.

—¿Piensas seguir así mucho tiempo?

—¿Qué?

—¿Qué pasa? ¿Es por Lee?

A Hyunjin se le escapó una mueca preocupada y desvió la mirada a la pared, pensando en Felix. No sabía nada de él desde que vio como salía de su celda después de ser interrumpidos por Seo, al menos no por su propia boca. Esa misma noche había ido al comedor con la intención principal de verlo, pero no se presentó, y cuando la situación se repitió durante todas las comidas de los siguientes dos días, fue a su celda solo para encontrarse allí únicamente con Chan.

—¿Y Felix?

—Se lo han llevado a aislamiento —dijo Chan, mirándolo desde la cama.

—¿A aislamiento? —La palabra le sonó extraña en la boca, como si no tuviera sentido pronunciarla relacionada con Felix—. ¿Por qué?

—No han querido decírmelo —contó con gesto sombrío. El reloj ni siquiera marcaba las cinco de la tarde, así que no había ido a jugar al baloncesto como Felix dijo que solía hacer a diario—. Cuando no apareció en la celda por la noche fui a preguntar a los guardias, y uno de ellos me avisó de que mejor me olvidara de esperarlo durante una temporada.

—¿Hwang? —preguntó Yang, trayéndolo de vuelta a la realidad.

Hyunjin parpadeó con fuerza un par de veces y lo miró de nuevo.

—Ah, sí. Es por Felix.

—Estará bien —aseguró Yang—. Estar en aislamiento no está tan mal.

Hyunjin supuso que estaba tratando de animarlo. No entendía por qué, pero no le dio más vueltas. De pronto, frunció el ceño. ¿Cómo sabía Yang que Felix había sido enviado a aislamiento? Por lo que sabía de él, no hablaba con nadie. Y por lo que había notado, por los cuchicheos que pudo oír en repetidas ocasiones en el comedor, salvo Chan y él nadie parecía saber qué había ocurrido con Felix.

—En serio —insistió Yang—. A veces es incluso mejor que esto, porque hay mucho menos ruido, más privacidad, y... ¿Quieres que averigüe cómo le va? —preguntó de la nada, apoyando un codo sobre la cama.

Hyunjin frunció el ceño.

—¿Puedes hacer eso?

—Ajá.

—¿Por qué?

—¿Por qué puedo? —preguntó Yang, frunciendo también el ceño.

—Por qué lo harías.

—Porque eres un pesado —contestó sin tacto. Aunque su tono no fue ofensivo, sino más bien quejica—. Cuando os vi desayunar juntos el primer día pensé: Bien, se pegará a Lee y apenas estará en la celda. Pero está claro que no puedes estar con él, y como al parecer no tienes ningún otro motivo para salir de aquí, me toca aguantarte suspirando cada dos minutos. —Hyunjin se encogió sobre el colchón, avergonzado. ¿Eso hacía?

Entonces no era que quisiera ser amable o algo por el estilo. Solo quería que dejara de molestarlo.

Asintió.

—Vale, hazlo. Por favor.

Yang le sonrió en respuesta y, sorprendiéndolo una vez más, le tendió uno de sus dos libros. Hyunjin lo cogió.

—¿Y esto?

—Para que te entretengas —contestó Yang. Leyó el título de la portada y bufó.

—Muy amable —masculló, dejando el libro sobre su propio estómago. En la portada podía leerse en letras grandes y rojas ADIVINANZAS PARA NIÑOS.

—Después de la cena podré decirte algo —dijo Yang, antes de agacharse.

Hyunjin cerró los ojos, escuchando cómo crujían los muelles de la cama de abajo mientras Yang se acomodaba en ella. Después de unos segundos, cuando ya todo estaba en calma, empujó el libro contra la pared y se asomó por el otro lado de la cama, mirando hacia Yang tumbado y con su propio libro nuevo ya abierto entre las manos.

—Yang.

Él levantó los ojos y lo miró.

—Dime.

Estaba a punto de aprovecharse un poco más de él, de que pareciera estar de buen humor, pero se detuvo a tiempo, pensando en que lo mejor sería dejarlo para otro momento. No quería arriesgarse a decir algo que hiciera que se quedara sin saber nada de Felix.

—Nada. Solo quería darte las gracias.

Yang asintió y volvió la mirada al libro, en silencio.

Celda 208 | hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora