2. La recomendación de Felix

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El amanecer llegó, bañando la celda en una pálida luz que no consiguió desvanecer las sombras de la noche sin dormir. Hyunjin se había pasado las horas en vela, consumido por el temor de lo que aquel lugar le tendría preparado. Por suerte, pese a la burla de aquel preso y las siguientes que había recibido cuando el guardia desapareció, todas ellas de presos a los que no pudo ponerles cara, Yang no se había levantado en ningún momento de la litera inferior para asesinarlo violentamente.

No se había levantado para nada que no fuera coger la bandeja con la cena, y para devolverla a su sitio ya vacía minutos más tarde, en realidad. Ni siquiera para utilizar el urinario instalado a unos centímetros de la litera. Tampoco había hablado.

Las puertas se abrieron puntualmente a las ocho, atrapándolo con la guardia baja. Hyunjin se tensó, escuchando como Yang bostezaba y se ponía en pie.

—Levántate —le gruñó con la voz aún ronca, mientras se estiraba de espaldas a él—. O te quedarás sin desayunar.

Después de una noche de insomnio preocupado en gran parte por él, que Yang le avisara de algo así era lo último que se esperaba.

Lo vio calzarse y salir, todavía sin moverse de la cama. ¿Entonces para eso habían abierto las puertas? ¿Ese día no les llevarían la comida como habían hecho la noche anterior? Dudó sobre si hacerle caso o no, porque no quería meterse en problemas con Yang pero tampoco con los guardias, pero al ver que el resto de presos empezaban a salir también de sus celdas, caminando pacíficamente los unos junto a los otros, se apresuró a bajarse de la litera.

El comedor estaba repleto de gente de rostros curtidos por la vida en prisión. Uno de los otros presos se le acercó, impidiendo que pudiera seguir viendo a Yang, a quien sus ojos habían buscado nada más llegar allí.

—¡Hola! —saludó, sonriendo con entusiasmo. Tenía el pelo teñido de un rubio brillante y por los hombros, y las pecas le salpicaban la cara dándole una apariencia bastante inocente. Pero Hyunjin no se confió, porque él cuando quería también podía parecerlo, así que correspondió a su sonrisa con una mirada cautelosa—. Eres el nuevo compañero de celda de Yang, ¿no? Es un placer conocerte. Yo soy Felix.

—Hyunjin —contestó, intentando no sonar demasiado tenso. Aquella era la primera vez que habla desde el día anterior.

Felix sonrió incluso más y le preguntó si quería que desayunaran juntos, y tras convencerlo de que dijera que sí, hicieron la cola para coger algo para comer. Se sentaron en una mesa apartada, donde comenzaron a hablar. Para ese momento, Hyunjin ya se había dado cuenta, por la cantidad de personas a las que Felix había saludado durante el trayecto, de que su acompañante era bastante popular.

—Sé que todo esto puede resultar agobiante al principio —dijo Felix, mientras abría la tapa de un yogur de limón—. Pero no te angusties de manera innecesaria. La mayoría de los que estamos aquí solo queremos cumplir con nuestra condena sin meternos en problemas.

—Es un alivio —se le escapó, haciéndolo reír.

—Y bueno, ¿qué has hecho?

Hyunjin vaciló antes de responder.

—Robo —murmuró—. ¿Qué pasa? —preguntó, cuando Felix levantó las cejas con sorpresa.

—No, nada —mintió. Al ver cómo lo miraba frunció el ceño y dijo—: Es solo que... No suelen mezclar a ladrones con tipos como Yang. Vamos, no es imposible, pero sí raro.

Hyunjin sintió como se le revolvía el estómago mientras que Felix se apresuró a añadir:

—Pero no pasa nada, ¿eh? Has tenido mucha suerte. Yang es de los que nunca se meten en problemas. La clave está en dejarlo en paz.

—El guardia que me llevó a la celda me advirtió sobre él —confesó. Su voz había bajado hasta volverse un susurro—. ¿Por qué está aquí?

—No lo sé —contestó Felix, en el mismo tono. Ambos se habían inclinado hacia adelante sobre sus bandejas para poder oír mejor al otro—. Solo sé que llegó aquí poco después de cumplir los dieciocho años, y que ninguno de los reclusos sabemos por qué. Ni siquiera los guardias quieren hablar del tema, y eso que no suele importarles hacerlo.

Aunque Felix no tenía ninguna intención maliciosa al contarle aquello, sus palabras desencadenaron una ola de ansiedad en el estómago de Hyunjin. Esta se intensificó cuando mencionó que lo más extraño no era que lo hubieran puesto con alguien peligroso, sino que ese alguien fuera Yang, quien, antes de él, solo había tenido otro compañero en todos los años que llevaba allí.

—Se llamaba Han Jisung. Según se cuenta hubo una pelea. Fue a esta hora, justo una mañana en la que ninguno de los dos estaba aquí con el resto. Alguien apuñaló a otra persona en los cuartos de baño, y después de eso Yang fue enviado dos meses a aislamiento y nadie volvió a ver a Han, a pesar de que aún le quedaban dos años aquí. Cuando Yang volvió a su celda ya todos habían oído el rumor de que lo había asesinado él.

—¿Lo conocías? —preguntó Hyunjin en un hilo de voz, encontrando de nuevo a Yang. Estaba a cuatro mesas de distancia de ellos, desayunando en una mesa él solo.

—¿A Han? No, yo no. Me trasladaron aquí después de todo eso. Pero mi compañero de celda sí. —Felix se detuvo unos momentos antes de continuar—. Me contó que es casi un milagro que Yang y él hubieran durado tanto tiempo juntos, porque eso; Yang, si lo dejas tranquilo, ni te mira. Pero Han era todo lo contrario, no había semana en la que no terminara en el despacho del alcaide recibiendo algún sermón.

Los dos se quedaron en silencio, cada uno metido en sus propios pensamientos hasta que Felix dio un pequeño golpecito en la mesa haciendo que lo mirara. Cuando volvió a hablar, lo hizo con seriedad.

—¿Has oído lo que he dicho, no? Si quieres que todo vaya bien, lo mejor es no incordiarlo. Así que, si estás pensando en ser un problema, te recomiendo que lo reconsideres.

Hyunjin apoyó las manos en la mesa y se echó hacia atrás sobre el banco, con un pequeño resoplido agobiado. Observó como Yang se ponía en pie e iba a devolver la bandeja para poder irse del comedor, sin intercambiar ninguna mirada ni palabra con nadie.

Recordó las palabras de Seungmin pidiéndole que no se metiera en líos, como si hubiera sabido antes que él que allí dentro ocurriría exactamente lo que estaba pasando en esos momentos.

—No lo seré —dijo, tratando no solo de tranquilizar a Felix sino también de autoconvencerse. 

Celda 208 | hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora