7. Lo que sea

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Hyunjin se despertó de un sobresalto cuando alguien lo sujetó de un hombro. La luz de la luna apenas se filtraba por la pequeña ventana de la celda, pero fue suficiente como para distinguir la figura de Yang de pie junto a la litera.

—¿Qué...? —pese al susto y la velocidad a la que le latía el corazón, su voz sonó aún medio dormida—. ¿Qué pasa?

—Tenemos que hablar —susurró.

Hyunjin se incorporó hasta sentarse y lo miró.

—¿Dónde has estado? —preguntó tras frotarse los ojos. Se inquietó un poco al darse cuenta de que parecía de mal humor—. No volviste después de cenar.

—He preguntado por Felix.

El sueño que quedaba aún en su cuerpo se desvaneció de golpe, como si no hubiera sido despertado en contra de su voluntad y en realidad se hubiera levantado por sí mismo después de dormir ocho horas del tirón.

—¿Y qué te...? —bajó la voz al darse cuenta de que había hablado demasiado alto—. ¿Qué te dijeron? ¿Sabes por qué está allí?

—Al parecer, porque se peleó con su compañero de celda. —Por su tono Hyunjin supo que ni él mismo se creía lo que acababa de decir. Aún así no pudo evitar replicar:

—Pero eso no es verdad.

—Ya lo sé —dijo Yang, con voz cansina. Era como si ya hubiera tenido esa misma conversación con alguien más y hubiera llegado a la misma conclusión que él—. Sea cual sea el verdadero motivo por el que está allí, mi contacto no lo sabe, porque me lo habría dicho.

Hyunjin apretó los labios, intentando que no se le notara la decepción.

—¿Pero está bien? —preguntó en un hilo de voz segundos más tarde.

Yang asintió.

—No te preocupes por eso. Aburrido, como mucho.

Hyunjin soltó un suspiro cargado de alivio y se dejó caer de nuevo en la cama.

—Vale —murmuró, mirando hacia el techo—. Muchas gracias, Yang.

—Siento no poder decirte nada más.

Hyunjin quiso mirarlo de reojo, pero cuando lo intentó Yang ya se había agachado para meterse en su cama. Hizo un puchero con los labios y al igual que había hecho esa misma tarde, se asomó por el borde de la litera.

—Te debo una, así que si puedo hacer algo por ti, dilo.

Yang clavó los ojos en él y Hyunjin contuvo la respiración. El ángulo de la luna esa noche hacía que justo donde tenía la cabeza estuviera más iluminado que el resto de la celda, así que pudo verlo bien. Sus ojos despiertos, como si no tuviera nada de sueño a pesar de la hora, sus pómulos afilados y los labios heridos por no dejar de morderlos. Hyunjin se había dado cuenta de que lo hacía siempre que estaba concentrado leyendo.

—¿Lo que sea? —preguntó, con una expresión indescifrable.

Hyunjin asintió, ignorando la ola de nerviosismo que acababa de sacudir todo su cuerpo. A su mente vino la conversación con Chan y con Felix, en concreto la parte en la que Chan había dejado caer el tipo de relación entre Han y Yang.

—Lo que sea —aseguró, con voz débil.

Sintió el peso de la mirada de Yang sobre él, tan intensa que le costaba incluso tragar saliva, y cuando logró percibir la sonrisa burlona en la cara de su compañero de celda, Hyunjin se echó hacia atrás volviendo a tumbarse rápidamente sobre el colchón.

Cerró los ojos con fuerza, tratando de conciliar el sueño. La risa de Yang flotó en el aire, cargada de burla y diversión. Se esforzó por bloquearla, enfocándose en su propia respiración en un intento por calmarse. 

Celda 208 | hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora