18. Trato hecho

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Hyunjin partió la barrita de chocolate por la mitad y le tendió un trozo a Felix.

Acababa de sentarse junto a él sobre la hierba. Estaban en una esquina apartada del patio, no muy lejos de la cancha de baloncesto, donde un grupo de presos jugaban con una pelota vieja y desgastada a la que ya no se le veían las líneas. Aquella era su primera vez en el patio, y por suerte, también el primer lugar al que había ido a buscarlo tras no encontrarlo en su celda.

Miró a su alrededor mientras esperaba a que Felix cogiera el trozo de barrita. El olor a tierra húmeda, culpa de la lluvia que había caído durante la mañana, se le colaba por la nariz haciendo que la arrugara. El olor no le disgustaba, pero aun así, mezclado con el ruido de la pelota botando cada pocos segundos; los presos jadeando por el esfuerzo del deporte, y pidiendo que les pasaran la bola, más el ambiente apagado por las nubes en el cielo, hacía que se sintiera más que nunca en una cárcel. Si es que aquello tenía algún sentido.

—Aunque no lo arregla —dijo Felix en cuanto por fin se animó a quitarle el trozo de barrita.

—Lo sé. ¿Pero ayuda?

Felix le pegó un mordisco a la chocolatina y se encogió de hombros.

—No está mal para empezar —contestó después de tragar.

—Te has cortado el pelo —comentó Hyunjin de pronto, queriendo aligerar el ambiente. Su melena rubia había desaparecido. Llevaba el pelo tan corto que hasta le podía ver las orejas, y su flequillo, el cual hasta esa misma mañana le había cubierto gran parte de los ojos, había sido recortado de forma en que ahora apenas le llegaba a la mitad de las cejas.

Felix toqueteó las puntas teñidas de su flequillo, con gesto aburrido.

—Y a ti te han pegado una paliza —replicó, levantando un poco las cejas antes de mirarlo—. ¿Hemos terminado ya de decir obviedades?

Hyunjin infló las mejillas antes de volver a hablar.

—Lo siento mucho. Estaba estresado, y...

—Y eso no es excusa —interrumpió Felix. A Hyunjin le pareció una buena señal que no pareciera enfadado, ni siquiera un poco ofendido.

Felix suspiró y se dejó caer hacia atrás sobre la hierba. Hyunjin giró la cabeza por encima del hombro para poder seguir mirándolo; el contraste del césped oscuro con su piel blanca y su pelo rubio hacía parecer a Felix mucho más pálido de lo que era.

—¿No quieres saber quién fue? —preguntó, frunciendo el ceño. No era como si se lo fuera a contar, pero aquella falta de interés era...

—No me hace falta, no eres demasiado bueno ocultando las cosas —dijo Felix. Hyunjin sintió como se le aceleraba el corazón—. Yang ya te ha atrapado —añadió, y Hyunjin fingió un ataque de tos para poder taparse un poco la cara y que Felix no notara el alivio en ella—. ¿Estás bien?

Le hizo un gesto con la mano, indicando que sí.

—Hablando de Yang, necesito que me ayudes.

—¿Debería?

—Somos amigos... ¿no?

—No lo sé —dijo Felix, haciéndose el indiferente—. Los amigos no se gritan. Tampoco se tratan mal porque sí.

Hyunjin agachó la cabeza y mirada hacia la hierba junto a la cintura de Felix, sin saber qué decir. Ya se había disculpado, y aunque quisiera explicarle qué era exactamente lo que lo había tenido así, no podía. Entonces la voz de Felix rompió el silencio.

—¿Has ido a la enfermería?

—¿Qué? —preguntó, levantando la barbilla. Tardó unos segundos en saber a qué se refería—. No me hace falta. Se me pasará en unos días —aseguró. Sus ojos volaron hacia el pelo de Felix, volviendo a fijarse en su corte. No le quedaba mal. Frunció el ceño antes de mirarlo a los ojos, confundido—. ¿Cómo has conseguido que te corten el pelo?

—¿A qué te refieres? He ido a la peluquería.

—Muy gracioso —replicó. Felix lo miró con una cara que lo hizo boquear con sorpresa—. ¿Es en serio?

—Veo que sigues sin haber ido a explorar. —Felix se incorporó un poco, apoyándose sobre sus propios codos hasta quedar medio recostado—. Está en el mismo pasillo que la lavandería, dos puertas más adelante. Aquí adentro hay diferentes empleos —explicó, empezando a arrancar distraídamente el césped del suelo con una mano—. Aparte de la peluquería y la lavandería, también puedes trabajar en la cocina. De hecho, lo que comemos a diario lo preparan otros presos, así están entretenidos y la prisión se ahorra el contratar cocineros. Está el taller, donde se hacen matrículas; la biblioteca; el...

—Este sitio tiene más cosas que mi barrio —murmuró Hyunjin, sonando deprimido.

Felix se rio, aunque su risa murió rápido.

—Yo también lo siento. Hasta que no estuve en la cama a punto de dormirme, no me di cuenta de lo agobiado que te veías cuando fui a hablar contigo.

Aquello no hizo que se sintiera mejor.

—Ya da igual —masculló, queriendo dejar el tema atrás de una vez—. ¿Sabes? Después de eso fui y hablé con el alcaide.

—¿Y cómo fue? —preguntó Felix, con los ojos brillando con interés.

—Fatal. —Hyunjin también se dejó caer hacia atrás. A diferencia de Felix, él se tumbó del todo, hasta que la hierba le rozó el cuello y las orejas. Las nubes sobre sus cabezas se habían vuelto más oscuras en lo que llevaban hablando, dentro de poco volvería a echarse a llover—. Me dijo que me metiera en líos; que discutiera y me peleara con otros presos. Así podría ir a verlo sin que los demás, Yang sobre todo, supongo, sospechen que es por otra cosa. Pero no puedo hacer eso con nadie sin terminar en problemas de verdad.

—¿Y qué opina Yang?

Hyunjin lo miró de reojo, tensando el estómago.

—¿Qué?

—Pensé que se lo habrías contado todo cuando te atrapó. ¿No lo hiciste?

—No fue Yang —dijo secamente—. Quien me pegó —aclaró—. Y tampoco me ha atrapado. —Felix estaba a punto de preguntar algo cuando lo interrumpió—. Por eso quería pedirte ayuda.

—¿Ayuda con qué...? —Felix abrió los ojos con sorpresa cuando lo entendió por sí mismo—. Espera, ¿quieres que nos peleemos?

—En realidad, no. Quiero que me dejes pegarte. O como mínimo darte algún empujón —contestó. La idea sonó incluso peor en voz alta, aun así, era la única opción viable que veía en ese momento—. El alcaide dijo que no habría consecuencias para mí. Pero... No me fío de él. ¿Cómo sé que si me devuelves el golpe, no pondrá que empezaste tú la pelea, o algo por el estilo? Si soy yo quien te pego pero tú no me devuelves el golpe, solo yo estaría en problemas, ¿verdad? —no era una pregunta retórica, se lo preguntó de verdad.

Felix torció la boca, con gesto pensativo.

—Está bien —dijo un minuto más tarde.

Hyunjin lo miró sin creérselo.

—¿En serio? —se incorporó hasta quedar sentado, obligándose a ignorar el pinchazo en sus costillas. Felix tenía una sonrisa en la boca, aunque no era tan grande como la suya. ¿Tan fácil?

—No tan fácil —respondió Felix—. Quiero algo a cambio.

Hyunjin asintió al momento, sin pensarlo.

—¿Qué quieres?

Felix se encogió de hombros.

—Aún no lo sé. Pero cuando lo sepa tendrás que decir que sí. Sea lo que sea.

—Trato hecho.

Miau.

Tanto Hyunjin como Felix miraron hacia el frente, hacia el otro lado de la valla. Allí, un gato se preparaba para comenzar a escalarla. Un guardia se acercó rápidamente y golpeó la verja con la porra, haciendo que el gato maullara con fuerza, como si le estuviera insultando, antes de irse corriendo hasta perderse tras unos arbustos del bosque que había al otro lado. 

Celda 208 | hyuninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora