Hyunjin se despertó al oír el chirriar de algo de metal siendo arrastrado. La conciencia de su entorno regresó a él de golpe, y se incorporó con rapidez y sorpresa, llevando una mano hasta sus costillas.
—¡Ay! —se quejó en un susurro, mientras la manta le resbalaba hasta la cintura.
Yang estaba ya levantado, mirando hacia la puerta cerrada de la celda, con los brazos cruzados y un mohín molesto en los labios. Todas las puertas de las otras celdas, o al menos las que podía ver Hyunjin desde la cama, estaban también cerradas.
—Hoy entrarán nuevos presos —informó Yang, antes de que pudiera preguntar.
Lo que le recordó que eso ya se lo había explicado antes. Una o dos veces al mes, no estaba seguro en ese momento, las puertas de todas las celdas se cerraban durante todo el día para hacer más fácil las primeras veinticuatro horas de los nuevos reclusos, así como para mantener seguros al resto, en caso de que a los nuevos les diera por querer causar algún problema.
—Bueno, ¿qué pasa? —preguntó Yang, girándose hacia él.
Hyunjin lo miró con confusión.
—¿Nada? —Yang entrecerró los ojos.
—Venga, enséñamelo.
—¿El qué?
—Lo que sea que te duele tanto. Te has quejado hasta dormido.
Hyunjin sintió una oleada de vergüenza y negó.
—No quiero.
Uno de los presos de la celda de enfrente se levantó de la cama con un bostezo, y se bajó los pantalones y los calzoncillos antes de sentarse en el retrete. Hyunjin desvió la mirada, incómodo. Yang lo vio también. Sin decir nada, Yang se agachó y cogió la sábana de su propia cama. Al igual que había hecho Felix en su celda la primera vez que Hyunjin fue allí, Yang ató la sábana a los barrotes, de forma en que ya no pudieron ver lo que ocurría fuera, ni nadie fuera podía ver lo que pasaba allí adentro.
—Ya está —respondió, volviendo hasta la litera—. Ahora quítate la camiseta —ordenó, con un tono que no admitía réplicas. Aun así, Hyunjin volvió a negarse.
—Es que...
—Por favor —pidió Yang. No sonó como a un favor, sino a que estaba a punto de perder la paciencia.
Hyunjin se mordió el labio inferior con cuidado de no hacerse daño en la herida, y se quitó la parte superior del uniforme carcelario. Tensó el estómago, cohibido. Había una especie de gimnasio en el patio, lo vio la tarde anterior, de camino a Felix. ¿Por qué no había ido ni una sola vez en el tiempo que llevaba allí? ¿Por qué tuvo que esperar tanto para ver bien cómo era el patio? ¿Quedarse simplemente con la imagen vista a través de la ventana del despacho del alcaide? No es que estuviera gordo, al revés. Hyunjin siempre había sido bastante delgado. Pero tener un poco de músculo no lo habría matado.
Yang se quedó mirando algo en él. Hyunjin agachó los ojos e hizo una mueca. Por culpa de la penumbra, sus costillas se veían incluso peor de lo que estaban. Yang las examinó primero solo con los ojos, y después con la punta de sus dedos. Tocó a Hyunjin con cuidado, apenas rozándolo. Sus dedos estaban calientes a pesar del frío de la celda, y dejaban tras de sí una sensación hormigueante que hacía que Hyunjin quisiera rascarse la piel por donde había pasado. Yang subió hasta su pecho, hasta una zona coloreada de morado.
—¿Estás bien? —preguntó Yang de pronto, en voz baja. Subió los ojos hacia los suyos y Hyunjin se quedó sin habla. La atmósfera de la celda parecía haberse vuelto más pesada; le costaba respirar—. Tu corazón late muy rápido.
Esa última frase lo atrapó con la guardia baja, e hizo que lo apartara de un empujón. Se congeló al darse cuenta de lo que había hecho, pero en vez de enfadado, Yang lo miraba confundido.
—Si puedes bajar, hazlo —dijo a los pocos segundos—. Cambiaremos de cama mientras no estés bien.
—No... No hace falta —murmuró, volviendo a vestirse.
—¿Te ayudo? —preguntó Yang, ignorando lo que acababa de decir.
—¿A vestirme? —su corazón latió incluso más rápido.
—A bajar.
Hyunjin negó, desviando la mirada, sintiendo su cara arder.
—No, puedo hacerlo yo solo.
Hyunjin bajó de la cama, secretamente aliviado de no tener que fingir más que estaba bien. Se dejó caer en la de Yang con un suspiro pesado. La sábana bajera estaba helada, como si Yang se hubiera despertado hacía bastante. Y a pesar de que usaban el mismo detergente, el mismo que todos los demás, y el mismo jabón para el cuerpo, todo olía muy diferente a la suya. Esa cama olía a... Como a chocolate. Se dio cuenta de por qué al encontrar un par de envoltorios de chocolatina asomando por debajo de su almohada.
Yang se agachó y le tendió la sábana de la cama de arriba. Había hecho una pelota con ella, y como tardó en cogerla, se la lanzó a la cara haciendo que la girara y frunciera el ceño.
—Oye —se quejó, volviendo a mirarlo.
Si iba a decir algo más, olvidó el qué. Yang tenía la cabeza ligeramente ladeada hacia la izquierda, y no le quitaba los ojos de encima. Sus labios estaban como siempre, pegados el uno al otro sin ninguna mueca en concreto, pero había algo que le hizo pensar que en realidad estaba sonriendo. Son sus ojos. Se dio cuenta rápido. Brillaban de una forma rara. A Hyunjin se le estrujó el estómago. Con la inclinación de cabeza, a Yang se le movió el flequillo; este cayó de forma en que en cualquier momento, un mechón se le metería en un ojo. Hyunjin estiró una mano sin darse cuenta hacia adelante para apartarlo, rozando su pómulo al llegar a él. Le quitó el mechón empujándolo hacia un lado, y luego, en vez de retirar la mano, hizo el amago de apoyar la palma en su piel. Todavía no lo había hecho cuando empezó a sentir el calor que desprendía. Su respiración se volvió superficial.
De repente, alguien golpeó los barrotes de la celda desde afuera.
—¡RECLUSOS! —bramó con autoridad una voz que no reconoció. Hyunjin apartó la mano con el corazón a mil por hora, y Yang se puso en pie, ambos con la misma rapidez—. ¡La sábana fuera si no queréis terminar en aislamiento! —y más alto, para que lo escuchara todo el pasillo, añadió—. ¡EN CINCO MINUTOS SE OS SERVIRÁ EL DESAYUNO!
Hyunjin miró a Yang, pero Yang no le devolvió la mirada. En su lugar caminó hasta la entrada de la celda y retiró la sábana de un tirón.
ESTÁS LEYENDO
Celda 208 | hyunin
FanfictionCuando Seungmin le pidió a Hyunjin que no se metiera en líos durante su estadía en prisión, ninguno sabía todavía lo que ocurriría una vez allí. ¿Cómo era que un simple ladrón terminó compartiendo celda con Yang Jeongin? Un preso con una condena tan...