—¿Qué se siente al ser mayor de edad? —preguntó Changbin.
—¿Pero de qué hablas? —se quejó Jeongin—. Tú eres mayor que yo.
Changbin se rio y negó con la cabeza.
—Pero la experiencia no es la misma para todo el mundo —replicó, abriendo su refresco. Jeongin rodó los ojos hacia el cielo y suspiró por la nariz. Estaba oscureciendo, el entrenamiento de voleibol había durado demasiado esa tarde.
El entrenamiento de voleibol. Jeongin miró de reojo su hombro herido. Se había hecho daño durante una caída, y por eso mismo Changbin estaba allí con él a pesar de que no vivían cerca el uno del otro. Aparte de las suyas, también estaba cargando con su mochila y su bolsa de deporte.
—No lo sé —murmuró, volviendo los ojos al frente—. Me siento como siempre.
—A lo mejor es porque lo estás tratando como un día normal —dijo Changbin, antes de dar un trago a su lata—. ¿Vas a celebrarlo con tu familia?
—Con mis padres. —Si su padre estaba de buen humor. Jeongin apretó los labios antes de volver a hablar—: Mamá me dijo esta mañana que compraría una tarta.
—¿Y Minho? —Jeongin negó con la cabeza.
—Está muy ocupado con la universidad. Pero vendrá el domingo.
—Está ya en su último año, ¿no?
El teléfono de Changbin comenzó a sonar mientras Jeongin asentía. Lo sacó del bolsillo de su pantalón y descolgó.
—¿Qué pasa? Acabo de salir. Estoy acompañando a Ginnie a casa. —Changbin dejó de caminar y Jeongin lo imitó, viendo como fruncía el ceño—. ¿Y no puede ir tu marido? —Al escuchar la respuesta al otro lado del teléfono, resopló—. Mira que te lo dije, que te estabas casando con un inútil. Está bien. Voy ahora. —Esperó unos segundos y colgó, mirando a Jeongin—. Tengo que irme ya, lo siento. A mi hermana se le ha estropeado el coche y mi sobrina está a punto de salir de taekwondo.
Jeongin se encogió de un solo hombro.
—Está bien, no pasa nada.
Changbin le pasó la bolsa de deporte, y Jeongin la cogió con la mano del brazo que tenía bien.
—Nos vemos mañana —dijo Changbin, empezando a girarse—. ¡Y feliz cumpleaños otra vez! —exclamó, antes de echar a correr.
Jeongin dejó caer la bolsa al suelo y estiró la mano hacia él.
—Espe- —se calló. Changbin iba con tanta prisa que decidió dejarlo estar. Ya se daría cuenta él mismo de que se había llevado su mochila.
Suspiró y recogió su bolsa del suelo. La tiró por encima de su hombro bueno. De todas formas tampoco pesaba tanto, aunque Changbin hubiera insistido que sí en el pabellón, y además, su edificio estaba al final de la calle.
«Aunque ojalá viviera más lejos», así no llegaría tan rápido. Sus pasos empezaron a hacerse cada vez más lentos sin darse cuenta, y se detuvo del todo cuando llegó a la puerta del edificio.
No quería entrar.
Había tardado lo suficiente como para saber que su padre ya estaría allí. De haber salido antes de voleibol, no le habría importado. Habría llegado primero, podría haber estado un rato tranquilo con su madre. Pero las farolas ya estaban encendidas, y Jeongin no podía recordar la última vez que su padre había llegado de buen humor del trabajo.
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Celda 208 | hyunin
FanfictionCuando Seungmin le pidió a Hyunjin que no se metiera en líos durante su estadía en prisión, ninguno sabía todavía lo que ocurriría una vez allí. ¿Cómo era que un simple ladrón terminó compartiendo celda con Yang Jeongin? Un preso con una condena tan...