Domain #3 COMPLETA.

CAPÍTULO 35

~Camille~

- ¡Camille! - mi hermana cae de rodillas a mi lado, sosteniendo mi cuerpo antes de que impacte contra el suelo. No puedo respirar y solo un par de lágrimas caen por mis mejillas. - ¡¿Camille que te pasa?! ¡Ayuda!

No pude deducirlo en ese momento, no existía pensamiento alguno en mi cabeza en ese instante. Estaba en blanco, se sentía un shock eléctrico más grande que un millón de voltios, se sentía más que un ataque de pánico, se sentía la muerte aferrándose a mi con fuerza.

Lucille me arrastró a una nave, pero continuaba gritando por ayuda. Habían balas a mi alrededor, muerte y cadaveres. Era un caos, habían llegado los refuerzos de Hans pero también mi hermana con los míos. Era nuestro momento de alejarnos y no me podía mover.

En la nave, me recostó contra una camilla y se fue a gritarle a los robots. Estaba llorando, Lucille, por mi. Yo estaba con los ojos abiertos, aunque nada de esto lo vi. Mi cerebro se había apagado.

Tobías y Adler me recibieron en el momento que aterrizé, después de que uno de sus robots de la nave me friera el pecho con reanimadores cardiacos. De nada de esto me enteré, en ese momento yo no estaba ahí.

Yo estaba muerta.

Mi corazón se detuvo por completo, un paro cardíaco.

Un infarto.

Las cámaras de este lugar grabaron a Tobías no soltar mi mano todo el tiempo que estuve inconsciente, el sudor frío que le mojaba las entradas en sus sienes. Grabó el ataque de Histeria de Adler que lo llevó a pelearse contra si mismo, y grabó como desapareció dos días antes de regresar con unas flores arrancadas para mi.

Grabó como Lucille me veía con dolor y se marchaba.

Grabó como no me moví por tres días, mi cerebro intentando volver a agarrar fuerza para que saliera de ese trance.

Tantas veces que sentí que eso era lo que me sucedía, los ataques de pánico y la ansiedad, no se comparaban. Esto era la muerte, esto es lo que arrebata miles de vidas al año. Es de lo que muchos se quieren morir para no sufrir.

Cuando desperté, nada entraba a mi cabeza. Solo podía ver la pared blanca frente a mi, el cubo perfectamente simétrico en el que estaba encerrada. No recordaba de mi estadía en el "cielo", el paraíso de los muertos no lo conocí.

Lo único que aprendí en ese momento, es lo mucho que deseaba no haber despertado jamás.

Un Par de días más pasaron, yo seguía sin moverme. Me volví adicta a esa pared, tan blanca que dejaba de verla. Era perfectamente lisa para un proyector, y como si se tratara de uno mis ojos, vi todo lo que pasaba por mi cabeza.

Y estaba igual de blanco que la pared de fondo.

- Se acabó. - Lucille entra a mi habitación azotando la puerta, y se para frente a mi interrumpiendo mi vista. - Se acabó Camille. Te vas a parar de una buena vez de esta maldita cama, y vamos a acabar con esto.

- No le hablas en ese tono a mi prometida, Lucille. - Tobías se le para a un lado, imponiéndole autoridad. Ella lo reta.

- Metete tus órdenes por donde te quepan ya Tobías, me importan una mierda. No la resucitamos para que quedara igual que un cadaver.

- Necesita tiempo. - la interrumpe, bajando la voz como si evitara que lo escuchara. - El estrés la hizo tener una crisis. Eso no suele sucederle a los jóvenes. Eso no debería haber sucedido...

- Sucedió por tu puta culpa, Tobías. Tú y tus juegos de mierda, tus mentiras y engaños, tu puta ambición. Tú le mientes, y no tiene ella un respiro con nadie. Todo el tiempo está en alerta. Todo esto es tu puta culpa. - se le rompe la voz a Lucille y veo cómo se tensa, enojada por los sentimientos. - Ya la mataste Tobías, esto se acabó.