CAPÍTULO 2

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~Lucille~

Clavo con más fuerza la punta de mi navaja, dejando una marca de la forma que la quiero. Pongo toda mi fuerza y concentración en esto, necesitando olvidarme un rato del resto del mundo que últimamente ha sido más mierda que nunca.

El bosque a mi alrededor es silencioso y tranquilo, me acompaña como muchas veces lo hizo hace un tiempo. Imagino que la naturaleza tenga el poder de jugar con el tiempo y sigo tallando unas alas rotas en el tronco de un árbol gordo.

Ojalá hubiera usado las alas de ángel para escapar en lugar de quedarme donde no debía.

Termino la segunda ala, puntiaguda y delgada pero más llena de vida que yo. Entonces, clavo nuevamente la navaja y la paso por encima de esta, rompiéndola como realmente estoy ahora.

No termino de romper el ala cuando una navaja que no es mía atraviesa el aire, vuela entre mi cara y el tronco hasta enterrarse en el de alado. Hago mi cabeza hacia atrás y ahogo un jadeo, por lo cerca que estuvo eso de matarme.

- Parece que sigues en tu papel de víctima. - su voz, a la que todavía no me acostumbro pero tan familiar es, rompe el silencio y la calma de este. - Empiezas a aburrir.

Me sacudo las manos de la tierra y hojas que las cubren y me pongo de pie, guardando la navaja en mi cinturón. Volteo a ver esos ojos idénticos a los míos.

- Nadie te pide que te quedes.

Empiezo a caminar para salir del bosque antes de que no me quede de otra más que lidiar más con la señora que puso el vientre para tenerme, pero que por nada del mundo la pensaré como una madre.

Pero somos Dornen, no hay salidas fáciles para nosotras.

Me toma del brazo cuando estoy pasando por su lado. Mi mano libre regresa al cinturón y saco la navaja de este para colocarla contra su garganta. Pero somos tan iguales que ella hace exactamente lo mismo, y el frío y filoso metal se recarga contra la delicada piel de mi cuello.

Mi respiración se enloquece y contengo el impulso de matarnos a ambas en este momento. En cambio, echando chispas de furia por los ojos, le sostengo el contacto visual sin bajar la navaja de su cuello.

- Ya les di muchas oportunidades, pero me cansé de ser compasiva. - murmura con furia. - Vas a acompañarme y dejarás de ser una mocosa malcriada que solo va a lograr que la maten a ella y a todos los que le importan.

Me suelta del brazo y quita la navaja, pero no se mueve. Con el filo que no brilla por la luz que se queda atrapada en los árboles, me señala que camine a la casa. Me quedo quieta, mirándola mientras me debato en hacer lo que ella dice.

Porque poco me importa mi vida, pero la de los demás...

Termino por guardar mi propia navaja y caminar hacia la casa en silencio. La hierba crujiendo detrás de mi me señala que me viene siguiendo de cerca, pero no la espero. Mis manos se acalambran de la fuerza que supongo en estas cuando llego a la casa.

Ahí, Victoria vuelve a tomar el control del rumbo. Pasa por delante de mi en silencio, con sus tacones de aguja resonando en el suelo de mármol. Cuando pasamos por el comedor abierto, mi mirada se desvía a él.

¿Qué hace aquí?

Parece furioso mientras habla por teléfono del otro lado del cristal. No hay nada del hombre fingido que pretendió ser para mi hermana. Las venas le saltan en el cuello enrojecido y su cabello no está más bien peinado.

Tobías elegante no existe más, al parecer.

Y se me hace extraño verlo. Y no extraño de bueno, porque si él está aquí, es probable que...

Domain #3 COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora