CAPÍTULO 30

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~Joaquín~

Sonrío sin gracia, moviendo entre mis dedos una pequeña esfera blanca de cristal. Me aturden los oídos los constantes quejidos de la batalla fuera, su temor por perder poder y no la vida. Desde muy pequeño aprendí que eso es lo que más les importa.

Prefieren morir siendo grandes que vivir sin tenerlo todo.

Yo me estoy asegurando de vivir siendo grande.

Para siempre.

- No es un ataque. - los interrumpo cuando sus paranoias los consumen, tan Malditamente frágiles. - No direccionado hacia ustedes. Es un espectáculo, el desfile de quien tiene la cola más larga. - le resto importancia mirando mi canica. - En lugar de preocuparse de un problema, deberían de aprovecharlo.

- Están destruyendo el mundo, Señor Marqués. - se queja uno... ¿Kim se llamaba?

Volteo a verlo, bajando mi mano con la esfera. Lo analizo, hasta el estómago que es lo que puedo ver por encima de la mesa. Traje negro, camisa vulgar con dibujos, una cadena demasiado ostentosa, anillos que están creando moretones en sus dedos. Un farsante más.

- Entonces se necesitará alguien que lo vuelva a construir. - señalo, dándole una encantadora sonrisa de mi parte. - ¿Sabe por que soy tan Bueno en lo que hago? - todos se quedan en silencio, esperando que comparta más. Mi sonrisa se mantiene, aunque ahora por la malicia que la alumbra. - Porque cuando experimento, busco la falla, no la perfección. En el momento en el que le pongo un objetivo a una sustancia, no busco lograrlo, busco que tenga un error que lo haga peligroso y me concentro en expandirlo, no en exterminarlo.

Se quedan procesando mis palabras, no asimilando al principio. Si, es básico y sin mucha lógica, pero aceptarlo en sus cerebros es complicado cuando se les ha enseñado a hacer lo contrario. Ellos buscan la perfección, El Oro más brillante. Yo busco lo que lo apaga, lo que le resta valor.

Yo busco el fin.

- ¿Y como sugerirías que prosigamos, entonces? - su elegante tono me hace inhalar, mientras su figura en las sombras se empieza a formar.

Mis compañeros asiáticos y árabes se exaltan en su lugar, volteando con armas en alto a la llegada de la señora, en un vestido elegante para su estirada personalidad.

Victoria Dornen me regala una sonrisa, la que le dio a heredar a sus hijas. Sus ojos se entrecierran, los colmillos sobresalen, las orillas de la boca son afiladas, los pómulos se vuelven más duros, y es pura malicia lo que denota.

- Prosigamos me parece una palabra de muchos integrantes, Victoria. - señalo, tomando un sorbo de mi bebida. - Por favor, toma asiento. - señalo una silla.

Mis invitados siguen apuntándola, con buen instinto de supervivencia. Su presencia no era esperada, pero en lugar de sentirme acorralado pienso en que me puede servir que haya venido. Para empezar ha creado temor entre los ególatras hombres, despiertan sus alertas y se enfocan en no matarla si no en sobrevivir.

Ellos no eliminan el problema, huyen de el y fingen que no existe hasta que los consume.

Igual a mis padres.

- La soledad es peligrosa Joaquín, a veces un poco más que las traiciones. - me indica, sin molestarse en mirar al resto de la mesa que siguen apuntándole.

- ¿Lo aprendiste en estos años escondida? - inquiero, sonriéndole.

- Eso y mucho más. - acepta el filo de mis palabras, lo abraza y sangrando se ríe. Eso es lo que la hace peligrosa, no hay orgullo que la guíe, solo metas.

Domain #3 COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora