CAPÍTULO 22

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~Lucille~

- Cuando Estes ahí, no vas a tener la oportunidad de detenerte, ni un maldito segundo. Te has subido al tren y la muerte es el único escape que querrás alcanzar, y por más la persigas, ni eso te dejaré conseguir.

La sangre sigue manchando mi pálida piel, con la mirada perdida sin poder enfocarla mientras esas voces penetran mis oídos llenas de veneno, rabia y advertencia. Debió haber sido uno de los golpes los que me introdujo en este trance, pues no reacciono al terror que debería de tener por la amenaza y la persona que lo dice.

Una pesadilla hecha realidad.

Abro los ojos y siento como mil navajas se clavan en estos por la luz. El dolor en mi cabeza es pasable, a diferencia de como se sentía mientras dormía o estaba inconsciente. Creo que he despertado unas tres veces, no se en cuantas horas, pero ahora estoy cubierta en ropa nueva y el dolor va pasando.

Pero por más cuidado, no estoy a salvo.

Parpadeo por encima de las dagas de luz y paso saliva, moviendo mi cabeza a un costado para probar los mareos. Puedo enfocar mi vista y me doy el visto bueno cuando empiezo a enderezarme, con la fuerza que me ofrece el suero.

Su imagen sigue en mi cabeza, su presencia siendo otro rasguño de la realidad.

Estoy herida, estoy a su Merced. Estoy como cuando nos conocimos; estoy atrapada, estoy herida. Y estoy Malditamente viva, tal y como ese sueño prometió que lo estaría.

Miro mi muñeca, el moretón que se extiende en la parte posterior de mi mano por los sueros. Y de un tirón, me arranco la aguja, tirándola a un lado para no hacer nada más que eso. El tirón provoca que me salga sangre, pero no intento detenerla.

Con mi maldita suerte, puedo desangrarme y alguien se encargará de revivirme.

- Creí que dormir ayudaba al mal humor. - su humor oscuro que suelta con el rostro vacío desata un escalofrío por todo mi cuerpo, siendo un eco en la habitación abandonada. - Pero como siempre eres lo contrario de lo que se espera.

No me pasa desapercibida la amargura en su tono, y escucho sus sigilosos pasos como susurros en el suelo. Me está permitiendo saber que hace, y es su punto para atormentarme.

- Creí que los zombies no hablaban. - contra ataco, necesitando sacar el tema de que es un fenómeno morado. - O lo que sea que seas.

Contrario a lo que me espero, escucho una risa susurrada entre sus dientes. No me molesto en buscarlo con la mirada, porque para cuando lo encuentre el ya se habrá movido. Tiene toda la ventaja ahora, y no necesito malgastar mi poca fuerza haciendo cosas inútiles. Con mantenerme consciente el mayor tiempo posible, puedo permitirme estar a su Merced.

- Cuando eras callada te metías en menos problemas, corderito.

Finalmente lo veo, frente a mi entre las sombras, recargado contra una de las columnas de yeso que sostienen el lugar.

- Si un problema va a haber, no importa si no respiro, al final lo sigue habiendo. - ahora la amargura está en mi boca. - Callarme me ha llevado tan lejos como hablar, solo que hablar sirve para irritar tus oídos.

Empieza a avanzar hacia mi, con las manos detrás de su espalda. La falta de luz en el espacio lo deja en las sombras, solo iluminándome a mi, pero no hace falta que el sol desaparezca para verlo como un monstruo.

- Tienes un punto. - queda a dos metros de los pies de mi camilla, todavía en las sombras mientras clava su mirada sobre mi. - El único sonido que no me irrita es el de tus gemidos ahogados. - la rabia inunda mi cuerpo acompañada de la lujuria, desatando lava en mis venas. - Hablando de cuando te apuñalo, por supuesto.

Domain #3 COMPLETA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora