"¿Quién te dijo que no te necesito?".

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Xie Lian apareció un día con una gran noticia, aunque no estaba claro si lo era sólo para él o para San Lang también.

—¡Su Majestad nos ha pedido acompañarlo a una misión!

San Lang alzó las cejas, notó a Xie Lian más emocionado de lo normal.

—¡Partimos mañana a las cinco!, ¡¿no es genial?!

¿Genial? Igualmente era un trabajo y acompañaría a Xie Lian a donde sea.

Xie Lian y su fiel San Lang se presentaron en el Gran Salón Marcial antes de las cinco, el salón estaba vacío, a excepción de Jun Wu, sus dos ayudantes y una matriz de hechizos. Jun Wu miró al joven y comentó:

—XianLe me habla maravillas sobre ti, me complace trabajar contigo, Oficial Hua Cheng.

Ya que todos lo llamaban mocoso, tuerto, sabandija o cíclope, a San Lang le pareció curioso que tuviese un título honorífico, pues los títulos eran para los dioses. Pese a ello, San Lang fue indiferente ante el comentario y Jun Wu fue indiferente a su comportamiento. Los tres viajaron a una pradera lejana, los demonios se escondían en túneles bajo tierra, infestándolos con su energía demoniaca. Jun Wu clavó a Zhu Xin en un agujero y los aullidos de muerte apenas alcanzaron la superficie, desapareciendo con el viento. Xie Lian estaba fascinado, en cambio San Lang se preguntaba si el Emperador los había traído sólo para verlo alardear de sus poderes.

—Ya que terminamos la misión, ¿qué les parece si tomamos un descanso?

—Algo me dice que esa fue la intención de Mi Señor desde el principio— sonrió con suspicacia.

—Me has descubierto, XianLe— sonrió complacido.

A San Lang no le agradaba este sujeto, pero era el superior de su superior, le debía respeto.

Jun Wu volvió a dibujar otra matriz perfecta y cambiaron de paisaje drásticamente, un paraje blanquecino como las nubes y frío hasta el alma.

Jun Wu volvió a dibujar otra matriz perfecta y cambiaron de paisaje drásticamente, un paraje blanquecino como las nubes y frío hasta el alma

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Todos usaron sus poderes espirituales para no acabar congelados por el abrazo de las corrientes de aire. Jun Wu caminó y Xie Lian lo siguió, y a éste lo siguió San Lang. Abajo se veían unas casitas desperdigadas, techos redondos y cargados de nieve, chimeneas humeantes y una que otra luz se filtraba por las ventanas de madera. Xie Lian sintió su corazón bombeando con fuerza, esta pequeña aldea le producía nostalgia. Jun Wu alzó la mano a la lejanía en el horizonte.

—¿Conoces la montaña de allá, XianLe?

Xie Lian salió de su trance y aguzó la vista, el horizonte estaba difuso, bien podría haber una montaña y bien podría no haberla.

—Disculpe, Mi Señor, no veo nada.

Jun Wu rio entre dientes.

—No esperaba que la vieras, está muy nublado.

En cada universo. | BaiLian/JunLian| - 26Donde viven las historias. Descúbrelo ahora