El anillo de Tove.

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El sol salía demasiado temprano. Xie Lian se sintió adolorido de todas partes, especialmente allá atrás. Jun Wu lo ayudó a ponerse en pie y entrar al baño.

—¿Estarás bien para el viaje de hoy?

—Claro que sí, jajaja.

—...Fue mi culpa, lo siento.

—¡No, no, no! Yo...quería hacerlo.

Jun Wu no insistió más y juntos tomaron un baño de burbujas metidos en la bañera; luego desayunaron en su habitación de hotel, avena con frutas y miel, un sándwich de jamón con huevo y un vaso de leche con chocolate.

Subieron al automóvil que habían alquilado y viajaron a Ribe, la ciudad más antigua del reino. En el camino se deleitaron con la vista de los campos verdes, la vegetación, el cielo gris y el viento fresco se juntaron para un relajante viaje en auto.

—Mira— Xie Lian señalaba campos amarillentos—, ¿serán flores?

—Es probable, son bloques demasiado pequeños para ser sembrados.

—Hermoso...— expresó, hipnotizado por el paisaje— ¿Cómo será en invierno?

—Probablemente menos verde y más frío.

Xie Lian rio, su pregunta fue absurda por lo sencillo de su respuesta.

Entraron a la ciudad y buscaron donde estacionarse.

Como todo sitio visitado hasta ahora, era precioso. Calles adoquinadas, casas coloridas, arquitectura de antaño, avenidas salidas de cuentos de hadas y gente cálida en el trato. Pero la ciudad no era su objetivo principal, sino el campo.

En este entorno campestre se erigían casas vikingas, techos de paja, talleres de artesanías y herrería, campañas de tela, fogatas para cocinar, animales de granja tales como cabras, o banderines vikingos

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En este entorno campestre se erigían casas vikingas, techos de paja, talleres de artesanías y herrería, campañas de tela, fogatas para cocinar, animales de granja tales como cabras, o banderines vikingos. Fueron atrapados por la magia.

Era un asentamiento vikingo simulado.

—¡Vamos al taller, veamos qué hacen! — dijo Xie Lian.

Jun Wu no pudo estar más de acuerdo. Ambos compartían un gusto inexplicable por las armas antiguas, mayormente espadas, por no decir enteramente.

Los herreros estaban golpeando el metal fundido, moldeándolo en arte, un cuchillo de uso cotidiano. Un ayudante avivaba la temperatura del horno con un fuelle enorme. Los ojos de la pareja eran espejos cristalinos en los que se reflejaba el candente metal.

 —Impresionante— expresó Jun Wu—. Disculpe, ¿está a la venta?

—Claro. Los del estante de allá están terminados, escoja el que más le guste.

La pareja caminó hacia la mesa de exhibición, había una serie de herramientas, dados de juegos, hachas, martillos, puntas de lanzas, de flechas, y cuchillos preciosos y pulidos, cada uno con un estuche artesanal.

En cada universo. | BaiLian/JunLian| - 26Donde viven las historias. Descúbrelo ahora