El amante que partió al atardecer en un tren que viajaba al sol.

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Xie Lian despertó sudoroso, estaba arropado, Hua Cheng ya no estaba en la cama, así que él debió arroparlo antes de partir al trabajo. Xie Lian había despertado en esta misma habitación tantas veces, pero hoy la sensación era otra. Supo que algo había cambiado, ese algo debía ser él.

Ya no llovía, pero estaba frío; sin embargo, Xie Lian estaba acalorado. Pasó todo el día con angustia, angustia que desapareció cuando Bai WuXiang llegó por sus clases vespertinas. Vaya, lo que lo tenía angustiado era la ausencia de su alumno.

—Um, vamos a empezar la clase, ¿sí?

Bai WuXiang se sentó en una banca en silencio. Xie Lian cometió algunos errores de pronunciación, tuvo problemas para pasar las páginas, se equivocó de párrafos, en fin, estaba nervioso. Nerviosismo que aumentó cuando su alumno se puso frente a él.

—Dejemos este teatro, ¿quieres?

Xie Lian lucía tan lamentable. No contestó y se dejó cargar, lo acostaron sobre el escritorio y él inexplicablemente quedó con las piernas extendidas. Los libros cayeron y los lápices rodaron por el piso. La bestia vestida de blanco se subió y saboreó el almíbar de sus labios, aspiró la esencia de su piel y lo atormentó con suaves embestidas simuladas por encima de su ropa.

—¿Me vas a dejar entrar?

—...No puedo...

—Te prometo que seré gentil.

—...El problema es que no quiero que seas gentil...

Bai WuXiang se puso a reír.

—Eres una zorrita golosa.

Xie Lian le dio una bofetada, Bai WuXiang quedó aturdido, Xie Lian tenía mucha fuerza física.

—Ya no quiero que me toques— sentenció con enojo.

—Oh, no, no, no. Perdóname, no volveré a ofenderte, mi hermosa princesa.

—No te creo.

—...Eres mucho más que eso. Cuando te vi entrar a la prisión y solicitaste mi liberación, en ese momento, te convertiste en mi luz.

Xie Lian se mantuvo en silencio por largo rato, ladeó la cabeza. Bai WuXiang lo vio como una invitación, envió su lengua a encender la pasión de la princesa a través de su piel.

—...No soy una princesa, debes llamarme príncipe.

Bai WuXiang suspiró de alivio. Xie Lian rio con burla.

—¿Te asustaste?

—¡Claro que sí!

—Te lo mereces, para que aprendas a respetarme.

—Perdóneme, Alteza, yo soy la zorra desesperada, cuando lo vi no pude controlarme.

Xie Lian sonrió y esta vez fue él quien lo besó.

—Estoy seguro de que también eres un caballero— le susurró.

Los dos continuaron besándose, ahora como personas y no como bestias inmorales.

...

Xie Lian recordó esos momentos como una caricia de viento de verano. Una tenue sonrisa se dibujó en sus labios. Ahora se preguntaba si, en lugar de haberse resistido, ¿no hubiera sido mejor dejarse llevar por lo que sentía desde un principio?

De pronto la puerta se abrió. Sus ojos se pusieron redondos como la luna llena y se enfocaron en el hombre alto, delgado y vestido de blanco que se acercaba a él. Su corazón trató de huir por su garganta, pero se atoró; después por su estómago, pero se quemó; por último, se enjauló en sus costillas, ocasionando un dolor terrible.

En cada universo. | BaiLian/JunLian| - 26Donde viven las historias. Descúbrelo ahora