❝Elogios, sobreestimulación, estupidez, daddy kink, beso negro❞
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Keigo te había regalado una de sus plumas en su primer aniversario como collar. Una manera más fácil de asegurarse de que su novio esté siempre a salvo.
En el trabajo mientras simplemente patrullaba, podía sentir las vibraciones de tu pecho cuando reías o hablabas, sentir la temperatura de tu cuerpo subiendo o bajando. En ocasiones, tocabas suavemente la pluma roja que colgaba de su cuello, colgando de tu pecho, y Keigo sabía que su novio lo extrañaba.
Y ahora, después de una larga semana de trabajo heroico, Keigo se había ganado unos días libres, volando hasta tu apartamento para pasar un merecido tiempo de calidad contigo.
Caminaron por un rato, algunos fanáticos del pro-héroe le pidieron fotos y autógrafos, los cuales él dio con gusto asegurándose de que no fuera molesto para ti, pero él estaba sonriendo al ver a los niños pequeños saltando a su alrededor, entusiasmados por conocer a su héroe favorito. Vieron una película, una comedia romántica que era lo suficientemente divertida y entretenida como para poder verla de principio a fin.
Después de la película, cenaron en un restaurante, nada demasiado sofisticado pero tampoco demasiado informal. Y en el camino de regreso al tu departamento, compraron un helado cada uno, hablando y riendo todo el tiempo.
Fue una cita divertida, un día divertido. Estuvo bien.
Ya de vuelta en la comodidad del lugar, no pudiste evitarlo.
Tus manos se colocaron en las caderas de Keigo, acercándolo a tu cuerpo mientras presionabas sus labios, besándolo apasionadamente, un beso profundo que dejó a Keigo nervioso, con un sonrojo tan oscuro coloreando su rostro. Le sonries y das un paso atrás, dejándolo parado junto a la puerta principal mientras caminabas hacia tu habitación.
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Acostado tranquilamente en la cama, escuchaste el agua de la ducha golpeando el piso del baño. Keigo dejó escapar un profundo suspiro mientras el agua caliente caía sobre su piel, goteando por su cansado y tenso cuerpo, relajándose por primera vez en esa semana.
Recordaste que tenias que quitarte el collar, pero antes de hacerlo, lo sostienes en tu mano. Un pensamiento cruzó por tu mente, tuviste que contener una sonrisa y decides probar tu teoría.
Moviendo lentamente tu pulgar sobre él, acariciando suavemente la pluma de Keigo.
El rubio lo sintió, sobresaltándolo al tomarlo desprevenido, pero lo ignoró. Bueno, hasta que empezó a volverse insoportable.
Estabas poniendo más presión sobre la pluma del tamaño de la palma de tu mano, y otro pensamiento loco invadió tu mente. No pudiste evitar lamerla, mojándola entera mientras arrastrabas tu lengua por cada centímetro de la pluma.
Las piernas de Keigo temblaron, sosteniéndose contra la pared, sus alas temblaron mientras sus rodillas cedían, terminando en el piso de la ducha mientras el agua seguía cayendo sobre él. Su rostro estaba sonrojado, sus ojos nublados y llorosos por la lujuria. No pudo soportarlo.
Mientras sentía tus labios dejando besos con la boca abierta y pequeñas lamidas por toda su pluma, se levantó con las piernas temblorosas, cerró el agua y salió tambaleándose de la ducha. Su cuerpo temblaba, su duro miembro goteaba líquido pre-seminal mientras intentaba recomponerse al menos un poco.
No tenía sentido. No parabas.
Con manos temblorosas, tomó su bata de baño y luchó por ponérsela, necesitaba algo que pudiera conectarlo, que pudiera cubrir su cuerpo demasiado sensible.