Kapitel sechs: Enttäuschung

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15 de julio de 2009

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15 de julio de 2009

Los preparativos para la fiesta sorpresa ya casi habían concluido.

En la casa todo estaba listo y ordenado, y en la cocina, la encargada se hallaba colocando los últimos detalles en la tarta especial.

Deslizando su mano por la reluciente baranda de madera rojiza, y con paso acelerado y una sonrisa radiante, Holly (que ya era como de la familia), bajaba por los alfombrados escalones con un propósito en mente.

Era tanta su prisa, que por poco tropezó con su propio pie antes de lograr asomarse al salón de estar.

Juanita y Carmina (las dos señoras que estaban a cargo de la limpieza de la casa), se giraron hacia Holly para preguntar si ya era la hora; la última respondió con un emocionado asentimiento de cabeza.

Las señoras sonrieron correspondiendo el gesto y la buena vibra de la mencionada rubia que enseguida se dirigió a la cocina.

Juanita y Carmina eran mexicanas; primas, y bastante parecidas. Las dos caían bien al primer momento gracias a su semblante afable y su actitud enérgica y positiva. Eran algo regordetas con piel aceitunada y de baja estatura. Mantenían el largo y lacio cabello oscuro perfectamente engominado en un moño alto.  Usaban el tradicional uniforme de servidumbre que constaba en blusa manga larga, falda holgada por debajo de las rodillas, y zapatillas de trabajo. Todo era negro excepto el delantal blanco con vuelo zurcido.

Para entonces, las primas llevaban cuatro años trabajando para los señores Donquixote gracias a una agencia de colocación.

A veces, ellas se comentaban lo afortunadas que habían sido al tener sus documentos en regla en conjunto con cartas de recomendación y mucha experiencia en el área. Todo eso había sido de gran ayuda al momento de su contratación.

Daban gracias al cielo y los muchos santos a quienes cada noche les rezaban, por la buena ventura de trabajar para dos amables, considerados y comprensivos «patroncitos», que era como se dirigían a los hermanos Donquixote. A los niños, ellas los llamaban «señoritos».

Rosario (la chef), por otra parte; era una señora brasileña alta, blanca, esbelta, cuyo cabello rizado teñido de rojo siempre llevaba atado en una trenza bastante apretada. Sus destrezas y habilidades culinarias —excepcionales— la habían posicionado como la encargada absoluta de la casa Donquixote. (Doflamingo y Rosinante adoraban todo lo que cocinaba para ellos y los niños). Al igual que Juanita y Carmina, Rosario usaba el rudimentario uniforme blanco, tan impoluto como el toque sobre su cabeza.

—Eso es —murmuró Rosario, que permitía que Mia, Jude y [Tn] colocaran algunos adornos comestibles sobre las diminutas tartas que horneó para cada uno. Ella se encargaba de la tarta principal—. Que no se te olvide esta orilla, pequeña Mia —indicó señalando un punto vacío.

Los niños estaban de rodillas sobre un taburete, para poder alcanzar la altura de la isla de la cocina donde predominaban los colores blanco y grafito.

TODESENGEL  ━━ [FINALIZADA] 《79》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora