TODESENGEL ━━ [FINALIZADA] 《79》

Kapitel elf: Erinnerungen

2 de enero de 2018

La sonrisa de Law se amplió debido a la ironía del momento, o era mejor decir; de lo que pasaba por su cabeza mientras reaparecía en Corea del Norte.

Por lo visto, el ángel de la muerte tenía una segunda lista; una que no necesariamente contenía los nombres de las almas que debía segar.

Nunca se habría imaginado encontrarse en dichas circunstancias, y aún así; ya había hecho un listado mental de todo lo que necesitaba para «existir». Literalmente.

Y desde luego, tenía claro quién era el elegido (o, los elegidos), para cobrar ciertos favores.

Y entretanto, allá frente a la casa de Ronald Harper; Doflamingo, apoyado de espaldas al capó de su reluciente Mercedes negro de cuatro puertas; con los brazos cruzados, y una sonrisa de demente (porque no podía estar mas enfadado), esperaba por la llegada de los sobrinos que deberían haber estado justo donde los había dejado.

—Titi... —murmuró la nerviosa [Tn], con una dulce, suave y conveniente vocecita, tras haber bajado del auto.

La palma de la mano de Doflamingo, que enseguida se transformó en un ademán educado que la invitaba a subir al Mercedes, fue algo que le dejó claro a [Tn], que incluso ella (obviamente su consentida) estaba en problemas.

—Mierda —farfulló Jude, lamentando haber sucumbido ante la insistencia de Mia acerca de ir al centro comercial, a su tienda favorita. El bolso de temporada de su hermana no valdría ni la mitad de lo que les esperaba.

—Nos vemos, Ron —dijo [Tn], acercándose a despedirse de él con un beso en la mejilla tal cual lo había hecho Mia.

—Hasta luego, chicas —respondió el susodicho, antes de hacer su saludo no tan secreto con Jude—. Te veo —Chocaron hombros—. Si es que sobrevives... —le dijo al oído.

Doflamingo se despidió del matrimonio Harper, quienes, apenas llegaban a casa. Ellos regresaban de un viaje de negocios en Liverpool. Por sus semblantes, Doflamingo determinó que les había ido muy bien.

El trayecto de regreso a casa fue espeluznante para los trillizos Donquixote. El silencio reinó, y la sonrisa enmarcada en la cara de Doflamingo les hablaba de su sentencia de muerte.

Los tres chicos sabían que la reprimenda de Jude —que pacientemente había esperado porque Law se alejara, y que asimismo su amigo Ronald los sacase a él y a sus hermanas del estacionamiento del centro comercial tras el volante—, sería algo que se quedaría rayando en la monería una vez que bajaran del auto y pasaran de la puerta de la casa.

Nadie se imaginó, que incluso Doflamingo sería opacado por la ira de Rosinante, cuando, sucumbiendo ante el temor y la presión psicológica que ejercía el hecho de que, ninguno de los trillizos hubiese visto a Doflamingo tan alterado; Mia acabase confesando entre lágrimas, que había sido suficiente lo ocurrido en el estacionamiento del centro comercial, como para tener que soportar un horrible sermón.