Kapitel siebenundzwanzig: Ein Engel kann auch weinen

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9 de febrero de 2019

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9 de febrero de 2019

Una pequeña grieta se abrió casi tan rápido como se cerró en las tinieblas del más allá, permitiendo el instantáneo ingreso de Law, que cayó de bruces en la alfombra del Gran salón.

La débil sonrisa en su demacrado rostro, era el inconfundible reflejo de alguien que sabía que su fin había llegado; pero que de igual modo, se iba sin arrepentimiento alguno.

Casi podía escuchar el agonizante tic tac de su reloj de leontina iniciando el conteo regresivo; lo tenía en el bolsillo interior de la desgastada túnica que volvía a vestirlo. Se habían acabado los trajes elegantes, por lo visto. No le sorprendía.

—Tic tac... Tic tac... —farfulló con voz ronca, antes de que lo atacaran los estertores de un inminente final—. Tic... Tac... Tic... Tac...

Cerró los ojos, entregándose a ese frío que a lo mejor experimentaban los humanos cuando su hora llegaba.

De repente lo asaltó una acuciante curiosidad: ¿quién lo segaría a él? ¿Habría quien le tendiera la mano al mensajero de la muerte?

A la sazón le siguió otra interrogante suscitada por un tema que, ya fuese debido al grado de misterio que esto había representado para él (a lo largo de casi un milenio); o bien, porque se encontraba a un tris de desaparecer; se había robado todo su interés. ¿Adónde iría? Porque no era un ángel (tal cual), y tampoco un humano. Entonces...

Escuchó el repentino crujido de algo resquebrajándose debajo de su cuerpo, y pudo sentirlo con la palma de la mano y también con la mejilla derecha que por poco era rozada por su pulgar. Y entonces (lo que hubiese sido que siempre sostenía sus pasos en el gran salón) se hizo pedazos como una bandeja de cristal, cuyas esquirlas incluso le golpetearon la congelada piel.

La única calidez en su ser, palpitaba como una endeble llama ahogándose dentro de su pecho; una que, con cada distante crepitar, susurraba el nombre de [Tn].

Comenzó a caer en picada, como una apagada estrella fugaz en la negrura del vacío; llevándose consigo el bello recuerdo de la sonrisa de aquella a quien amó, cosa que lo acompañaría a donde fuera que fuese lo que él era.

Siguió descendiendo, agotado; casi inerte.

Estaba desapareciendo. Podía sentir que se desintegraba. ¿Qué lo esperaba? ¿El cielo? ¿El infierno? ¿La nada? ¿Existía «la nada»? ¿Era relativo?, ¿quizá subjetivo? Quién sabía. Ya nada importaba.

Su sonrisa no se iba, porque si bien era cierto y había interferido en asuntos de los humanos; el haber saboteado la metralleta y las armas de aquellos sujetos, hizo que el orden de su lista se alterara saltándose incontables espacios. [Tn] aun debía morir, sí; pero todavía no.

Había ganado tiempo para ella.

Ojalá hubiese podido hacer lo mismo por Jude y Mia cuando se llegase el momento dentro de cuatro años. Por desgracia ya no tenía tiempo.

TODESENGEL  ━━ [FINALIZADA] 《79》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora