Capítulo 3: Lo que ayer fuimos

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«Me desperté en los asientos traseros del coche de mi padre. Por las pulseras que portaba mi mano, pude intuir que me desperté con diecisiete años de nuevo.»

«¿He vuelto a mi juventud?»

—Vaya, así que la bella durmiente al fin ha despertado. —dijo mi padre mientras conducía.

—¿Papá? —dije, todavía algo aturdida.

—Mia, ¿estás bien? Te noto algo... espesa... —frunció el ceño.

—Solo he tenido un mal sueño, papá —respondí emocionada —. ¡Había soñado que te morías, y que tenía veintiseis años y...!

—Mia, no ha sido ningún sueño, esa es la realidad —dijo sin inmutarse —. Esto es el sueño.

Froté mis ojos sin todavía ser capaz de entender que estaba pasando. ¿Acaso esta es mi oportunidad para pedirle consejos a mi padre?

—Oye papá, ¿Qué opinas de Rom? —pregunté.

—Bueno, sabes que a mamá nunca le ha gustado mucho, pero siempre que a ti te haga feliz, yo seré feliz —su tono de voz era calmado y pausado —. Yo tampoco le gustaba a tu abuela... —y soltó una carcajada.

Suspire, le mire, sonreí y dije:

—Te quiero papá.

—Yo también Mia, siempre te estaré cuidando —dijo, todavía sonriendo —. Mia, Mia, Mia.

En ese preciso momento, me desperté. Andria era la que estaba diciendo mi nombre para despertarme.

—Menos mal, una persona normal que se la puede levantar de una forma normal. —Andria se veía aliviada.

—Ahora viene la parte difícil... —dijo Quinia, con una expresión mezquina desde la puerta de la habitación.

—Ayy... Buenos días. —me estiré mientras me levantaba de la cama.

Quinia tenía unos címbalos en las manos. Sin previo aviso, comenzó a chocarlos para provocar un gran estruendo.

—¡Vamos Rom, despierta! —gritaron ambas.

Andria agarró los platillos y los tocó con aun más fuerza. Tras eso, Quinia se tiró encima de Rom, imitando un movimiento de la lucha libre de la tele.

—Ahghmmm... buenos días. —sollozó Rom.

Mientras Quinia, Andria y Rom hablaban, aproveché para mirar mi móvil. Estaba en el lado de la cama de Rom, enchufado, así que supongo que me lo puso a cargar en algún momento de la noche. 

Lo encendí y... ups... Tenía más de veinte llamadas perdidas entre Guile y mi madre. También tenía un mensaje de Jera que decía: "Ya veo las cosas que te han surgido, irte con otros al casino y dejarme a mi tirada...".

Sinceramente, esto me puso muy nerviosa. Decidí llamar a mi madre antes de que la bola de nieve se hiciera más grande.

—¡Mia! ¿Dónde estas? ¡Me has dado un susto de muerte! —me gritó mi madre por el teléfono.

—Mama, estaba... —pero ella no me permitió terminar la frase.

—Ya me dijo Jera, juntándote con mala gente —mi madre sonaba realmente indignada —. ¿En que estabas pensando Mia?

—Mama, no lo entiendes, no eran mala gente, era Dean. —dije.

—Pues eso, Dean, ese malnacido, siempre ha sido mala gente... ¡Y ya sabes lo que hablamos de él en su momento! —mi madre se indignó más todavía.

Un pasado sin resolver (EN REFORMAS, ACTUALIZADO SOLO HASTA EL CAP 13)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora