Un pasado sin resolver (EN REFORMAS, ACTUALIZADO SOLO HASTA EL CAP 13)

Capítulo 4: Primeras instancias

«Antes del atraco»

Un día más. Esta noche no dormí con Rom, la verdad estaba algo molesta por el lío en el que me metió ayer. Como me levante muy pronto, aproveché para limpiar la tienda. De esa forma, también podría distraerme un rato de lo que iba a pasar en unas horas.

—Buenos días Mia —me dijo Andria, recién levantada —, eres todo un sol. —añadió al ver que estaba recogiendo el local.

—Buenos días Andria, ¿vas a despertar a Rom? —respondí mientras barría.

—Si, acompáñame si quieres. —contestó.

Primero entramos a la habitación, sin platillos ni altavoces ni nada. La intención era tratar de despertarle de buena forma. Sin embargo, Rom ya estaba despierto.

—No has podido dormir por el dolor, ¿verdad? —dije preocupada.

Rom se mordió el labio, y no respondió a mi pregunta.

—No deberías ir Rom, es muy peligroso. —comentó Andria.

—Si Mia va, yo voy. —dijo Rom, con una voz cansada.

Realmente estaba horrible. Las ojeras le llegaban hasta los mofletes. Rom se levantó y se fue de la habitación, para al rato volver con un montón de ropa y unos pasamontañas.

—Toma, ponte esto. —dijo mientras me ofrecía ropa.

Tomé la ropa que Rom me ofreció y me vestí con ella. Puede que sea ropa de atraco, pero tengo que decir que no me sentaba nada mal...

—En fin, voy a llamar a Brojei. —dijo Rom mientras yo me miraba en la cámara del móvil.

—Tranquila Mia, ya verás que todo sale bien —dijo Andria —. Tenemos un plan, no somos una pandilla de simios desorganizados.

—Andria... Cuando todo esto termine, quiero tener una conversación contigo. —dije.

—Sin problema, hablaremos todo lo que necesites y más. —contestó.

—Estos están ya en la puerta esperándonos —dijo Rom —, vamos Mia. 

Rom y yo salimos de la tienda, acompañados por Andria. Andria, a quien hoy se la notaba cariñosa, nos gritó que nos quería y que fuéramos con cuidado, aunque rápido volvió a entrar a la tienda para atender una llamada. 

Rom y yo nos montamos en la parte trasera de la furgoneta. Delante, iban Octavian (quien iba conduciendo) y Brojei, mientras que atrás estábamos nosotros dos solos con Vorwand.

—¿Lo tienes todo preparado, Vorwand? —le preguntó Rom.

—Si, me esperaba más resistencia —respondió, aún tecleando en su portátil —. Ha sido sospechosamente fácil.

—No te pongas así —dijo Octavian —, que luego nos cargas con el gafe.

—¿Qué es lo peor que podría pasar? —pregunté.

—Que ya nos hayan detectado. —respondió Vorwand.

Hubo un silencio incómodo. Vorwand rompió con su seriedad y sonrió un poco.

—Pero seguro que todo estará bien —Vorwand cerró su portátil —. Está vez tendréis a Rom el quebrantahuesos con vosotros.

—Seguro que si —dije —, no me queda otra que confiar en que el atraco salga bien.

—Chicos, hemos llegado al banco. —dijo Octavian.

Octavian y Brojei vinieron a la parte de atrás de la furgoneta, mientras que Vorwand fue delante al asiento del conductor. Ahí atrás, los cuatro, aprovechamos para repasar el plan.