Capítulo 14: Amigas de alitas

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Hace una semana que toda la población del barrio de Anthony, fue aniquilada brutalmente por la policía. 

Mierda, se que ahí vivían muchos delincuentes pero... ¡También había gente que no les quedaba otra que guardarle lealtad a Anthony!

Este incidente se tradujo en cien bajas para la 3F, teniendo en cuenta que murieron sesenta miembros y otros cuarenta desertaron, culpando a Rom por haberles abandonado.

Jonia y Rachel han vuelto al fin de las vacaciones, y ahora toca ayudar a Jonia con la boda.

Bellaria y Jera están ayudando a Rachel con el vestido, mientras que Quinia y yo ayudamos a Jonia. ¡Tenemos que ganar a esas dos!

Ahora mismo estamos Quinia y yo en una sastrería, la más lujosa de la ciudad. Le están tomando las medidas a Jonia.

—Pues ya esta hecho —dijo la costurera sonriendo —. Tardará dos semanas el vestido.

Jonia asintió y nos fuimos a cenar a un restaurante de alitas. Se nos había hecho bastante tarde y no teníamos otras opciones mejores.

—Vas a estar perfecta con ese vestido, Jonia. —la dije.

—No entiendo mucho del tema pero seguro que sí. —dijo Quinia mientras se rascaba la nuca.

—Jajajaja, muchas gracias amigas —sonrió Jonia —. Pero mi novia es la mujer mas bella del mundo, así que de todas formas me va a opacar.

—No digas eso, Jonia —dijo Quinia tímidamente —. Tu también tienes... tus cosas. 

Jonia y yo nos quedamos mirando. Luego miré a Quinia.

—¡Jajajaja, Quinia! Así parece que vas a intervenir en la boda. —bromeé.

—¡JAJAJAJAJA! Me meo. —dijo Jonia

—No era mi intención sonar así... —dijo Quinia avergonzada.

—Bueno, y vosotras que... —preguntó Jonia —. ¿Cuándo pensáis casaros?

—¿Yo? Cuando Simeon se fije en mi —dijo Quinia —. Llevo toda la vida queriendo estar con él.

—¿Cómo puedes estar enamorada de un tipo que se ha pasado mas tiempo de vida en la cárcel que fuera de ella? —bromeó Jonia.

—Bueno, al final te acostumbras. —y Quinia miró al cielo.

«Hace once años, desde la perspectiva de Quinia...»

Cuando conocí a Simeon, él ya había estado un año en el centro de menores, aunque eso no lo viví. Lo que si viví muy de cerca fue su segunda detención.

Teníamos dieciséis años, y yo había empezado a consumir hachís. Estábamos de camino al parque a pillarle a los hombres que me vendían.

—Quinia, las drogas son malas, no deberías consumir esa mierda. —se indignó Simeon.

—Seguro Simeon, pelear hasta la muerte es mucho mejor. —respondí.

Él siempre se quedaba desde lejos, vigilando, cuidándome para que aquellos hombres no intentaran nada contra mi. 

Hasta que uno de esos días, uno de los hombres me pincho el brazo con una jeringuilla. El contenido se trataba de una especie de somnífero, así que fui perdiendo el conocimiento poco a poco.

Cuando desperté, uno de los hombres no tenía ojos. Otro estaba ensartado en una barra metálica del parque y el tercero tenía dos dedos de su mano arrancados. Simeon tenía los brazos llenos de sangre, y me estaba sujetando en sus brazos.

Un pasado sin resolver (EN REFORMAS, ACTUALIZADO SOLO HASTA EL CAP 13)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora