El ascensor iba lento, más de lo deseado, y Diego Aquino se estaba desesperando.
Ansioso por llegar a su piso, apenas se detuvo el ascensor salió disparado hacia el apartamento 207; el suyo. Debido al gran privilegio que gozaba, tuvo la odisea de instalarse en un penthouse, los cuales eran inmesos en metros y en números (es decir, costosos). Entrando con ayuda de la llave que le había dado el rector anteriormente, logró divisar a primera instancia el ala principal de su departamento.
En la entrada se encontraba un armario para guardar abrigos y zapatos, y bajando un par de escalones, se observaba el área principal, conformado por la sala, un pequeño comedor y la cocina, todos conectados en el mismo ambiente, sin paredes de por medio. A un lado izquierdo se notaba la cocina, decorada con tonos cálidos y vivos, junto a una gran isla en el centro. En el medio posaba una mesa redonda con cuatro asientos, decorada con un florero de lirios, resaltando entre todos los objetos que había en la casa; por último, del lado derecho, se encontraba un gran sofá en forma de ele (L) junto a otros dos individuales, quienes veían en dirección a las grandes ventanas que dejaban entrar la luz de la tarde. Habían otros artículos como cuadros, estanterías y un televisor frente al sofá, para darle más personalidad a la casa.
Aquino bajando en dirección a la sala, se topó con diversas cajas selladas, las cuales tenían escrita las letras ''D.R.''; este asumió que eran de su compañero de habitación, pues habían al rededor de seis o siete cajas. Trató de que la curiosidad no le invadiera la mente, por lo que ignoró las cajas y se sentó en el sofá más grande, estirando sus brazos por el espaldar, tirando su cabeza hacia atrás, mientras dejaba escapar un suspiro por sus labios.
Estaba cansado, y la sensación de frío comenzaba a apoderarse de la habitación, o quizás de su cuerpo.
Divagando entre sus pensamientos, recordó que tenía que contactar con el camión de mudanzas que llevaba toda sus pertenencias. Buscando su celular entre los bolsillos del saco que cargaba, logró divisar en la barra de notificaciones un mensaje de la compañía de mudanza.
- ''Estimado señor Juan Diego, le informamos que su camión demorará en llegar a su destino debido al tráfico en la avenida principal de la ruta #37. Lamentamos las molestias causadas y cumpliremos con llegar antes del anochecer...''- Leyó en voz alta el de cabellos ondulados, marcando su molestia cada vez más.
- Maldición.- Añadió.
Irritado, le comentó rápidamente a su madre lo sucedido, y esta le respondió que trataría de solucionar las cosas cuanto antes. Dejando el celular de un lado, volvió a suspirar, limitándose a solo cerrar los ojos mientras trataba de no pensar en qué carajos se pondría para la fiesta de bienvenida por la noche.
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El ambiente no estaba frío, al contrario, todo se sentía más cálido, siendo una temperatura que amaba el de cabellos ondulados. Cómodo en el sofá, las horas ya habían pasado, y su pequeña siesta se trasformó en una casi hibernación. El atardecer se asomaba por las ventanas del apartamento y una tierna voz a lo lejos le llamaba.
Escuchaba una melodía al principio, la cual cobró más fuerza hasta que logró notar que se dirigían a él por su nombre.
- ¡Diego!.. ¡Diego!- Decía una y otra vez un chico desconocido el cual le tocaba por el hombro con cierta rapidez.
- ¡..!- Se levantó agitado el joven Aquino, observando nuevamente aquellos enormes ojos violetas con los que se topó anteriormente.
Era el chico de antes. El joven de la oficina que le pareció curioso.
Tomando aire y volviendo a sus cinco sentidos, saludó cordialmente al muchacho, agradeciéndole por haberle despertado.
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𝓦𝓮𝓷𝓷𝓮𝓼𝓼𝔂'𝓼 𝓓𝓪𝔂𝓼 | 𝓓𝓾𝔁𝓲𝓷𝓸 (En edición)
RomanceInstituto universitario Wennesy A., febrero 2021. Diego Aquino, en busca de un gran quizás. Da Rey, en busca de ... Dos chicos de visiones y pensamientos diferentes, la vida los jodería una y otra vez. ¿Qué pasará con ellos?