08. Andrés

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Limpiándose la mano con ayuda de toallitas húmedas, arrugó el papel sucio hacia el bote de basura, arrepintiéndose de lo que hizo.

Lo había hecho; había pensado en él; se masturbó pensando en el pelirrojo.

acomodándose el pantalón y sacudiendo las arrugas de su camisa, se abrochó el cinturón mientras iba de camino a la puerta de su habitación, saliendo de ésta sin olvidar su bolso de clases.

Buscando el celular entre los bolsillos del abrigo que tenía para cubrirse del sereno de la mañana, divisó este mismo para escribirle a su amigo durante el camino, dispuesto a encontrarse en un punto de referencia para ir juntos al colegio.


Era el día de los enamorados, y se notaba en la institución.


Da Rey pensó durante toda la semana mil y un maneras de confesar sus sentimientos al pelirrojo, estando miedoso de lo que pudiese ocurrir. Sabía perfectamente que el chico era heterosexual, y que de hecho le gustaba una chica, pero aún así tenía la vaga esperanza de tener una oportunidad de ser correspondido.


Fingía no mostrar nada ante él, pero todos sus amigos los molestaban diciendo que eran como un matrimonio de muchos años, ya que siempre se la pasaban juntos, día y noche, las veinticuatro horas del día, y hasta peleaban por tonterías; eso, evidentemente le hacía feliz al azabache, pero igualmente trataba de evitar esas bromas ya que no quería que nadie, ni siquiera  el pelirrojo se diesen cuenta de lo que él verdaderamente sentía.

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El día escolar transcurrió rápido; tuvieron actividades recreativas y entrega de cartas, muchas cartas.

Da Rey era un adolescente simpático, y varias chicas estaban tras él, así que pasó ese San Valentín con varios regalos y cartas, pero ninguno era de él, de quien verdaderamente quería. Guardando las cosas en su mochila, se dirigió hacia su amigo, el cual estaba sentado en una banca cualquiera a la salida del colegio.


- Hey, Valentino...- Susurró Da Rey al oído del pelirrojo, acercándose mucho más de lo pensado.Estremeciendo al contrario del susto, el pelirrojo se volteó, dando un pequeño salto sobre su propio asiento.


- ¡No me llames así! Ya te he dicho que no me gusta- Reclamó el chico, mientras incitaba al contrario a sentarse junto a él.


- Perdona - Se disculpó Da Rey, riendo en el proceso.- ¿Día de suerte? Eres todo un Don Juan- El azabache notando las manos del pelirrojo llenas de cartas y dulces, robó un par de caramelos para comer con tranquilidad, mientras le ayudaba a abrir los sobres y leer los escritos que le dedicaban.


- Mira, otra más que te dedica la luna- Comentó Da Rey, riéndose de las cartas.


- Mira aquí- Señaló el contrario- ''Oh, Andrés, tienes los ojos más preciosos que he visto en toda mi vida''.- Leyó.


Ambos chicos rieron pasando un buen rato en aquella banca en mitad de la calle. Sintiéndose totalmente ajeno al mundo exterior, Da Rey detalló la vista del contrario, notando sus rizos terracota caer por los lados de su rostro; las pecas destacar en toda la puente de su nariz; sus labios rosados y carnosos; el uniforme que cargaba bien puesto, con una placa en su pecho la cual tenía su nombre tallado: Andrés Valentino, decía.

Se veía jodidamente divino; Da Rey no podía evitar enamorarse cada vez más de él.


- Andrés...


- ¿Qué?- Preguntó el pelirrojo.

𝓦𝓮𝓷𝓷𝓮𝓼𝓼𝔂'𝓼 𝓓𝓪𝔂𝓼 |  𝓓𝓾𝔁𝓲𝓷𝓸 (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora