Hacía frío.
Y el chico de cabellos ondulados buscaba calor en sí mismo, rodeándose el pecho con sus propios brazos, apretando fuertemente, en busca de alguna fuente de calor que lo calmara.
Se sentía nervioso, esperando pacientemente en aquel asiento de cuero oscuro en la parte trasera del carro, mientras veía de manera somnolienta al conductor vestido de negro. Recién se había levantado de una siesta y lo primero que sentía era frío. Un frío solitario, como si en realidad no hubiese nadie en el carro más que él mismo; se sentía extraño.
Viendo al horizonte, fue recobrando poco a poco la lucidez, percatándose por la ventana que estaba cerca de la universidad, de su hogar. Podía observar los grandes campos de hierba fresca, resaltando un color verde vivo, típico de la vegetación recién nacida en la primavera. Un poco más a lo lejos lograba ver una pradera de girasoles que se extendían hasta el horizonte, donde solo podía observar manchas amarillas; finalmente, se encontró con el cielo completamente azul, con el sol radiando a lo lejos y las nubes completamente aborregadas, parecían pequeñas bolas de lana.
Al ver tal panorama, se sintió completamente ajeno a éste, a pesar de haber paseado tantas veces por allí, donde corría entre las hileras de hierba riendo y disfrutando de su niñez. Pero ahora era diferente, los momentos y las personas con las que había compartido ya no se encontraban en su vida; a veces ni él mismo se encontraba. Absorto entre sus pensamientos, fue interrumpido por la voz del conductor, quien lo llamaba para tener su atención.
- Llegamos a su destino- Dijo el conductor del taxi, haciendo que el más chico volviera en sí y se diese cuenta de dónde estaba.
Este mismo, desde la ventana trasera logró divisar las grandes puertas del internado. Eran rejas tintadas de negro de aproximadamente unos cinco metros de largo, y el doble de ancho; estas mostraban numerosos detalles, parecida a la arquitectura europea antigua. Junto a las puertas, estaban los grandes murales que marcaban el territorio de la universidad, anunciando en sus paredes grandes carteles dando la bienvenida al Instituto universitario Wennessy A.
- Bienvenido a casa, Diego- Dijo el chico para sí mismo, tras hundir los brazos aún más en su pecho, en busca de calor.
Cerrando los ojos, lo recordaría todo: El gran estruendo que generaban las gotas de lluvia al caer y chocar contra el suelo; las telas de su ropa completamente empapadas pegándose contra su piel, el frío de la noche y los jadeos incontrolables; se chocaba una y otra vez con pequeñas ramas las cuales se enterraban en su delicada piel.
Erizándole la piel, abriría nuevamente los ojos, huyendo una vez más de aquel terrible panorama.
Luego de pasar el jardín principal, lograron llegar a la vereda del edificio central de la facultad, donde se encontraban las oficinas directivas. Aparcando en la entrada de aquella construcción, el joven Diego logró obtener las fuerzas suficientes para salir del auto y despedir de manera cordial a su chofer. Al bajar del coche sintió la brisa abrasadora del mediodía recorrer todo su cuerpo, pero aún sentía un frío inexplicable que lo acompañaba, quizás producto de sus pensamientos, a pesar de que el calor era notorio. Aunque se excusaba pensando en que era porque ya se había acostumbrado al aire acondicionado del carro.
Temeroso de avanzar por las escaleras hacia la entrada del edificio, se limitó a observar su taxi irse a lo lejos, asegurándose que ya no tendría la posibilidad de volver corriendo al carro e irse de la universidad. Haciendo un gesto de desagrado, volteó su mirada hacia el edificio, subiendo finalmente las escaleras de éste con la poca fuerza de voluntad que le quedaba. Aproximándose a las grandes puertas de cristal, logró divisar su reflejo.
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𝓦𝓮𝓷𝓷𝓮𝓼𝓼𝔂'𝓼 𝓓𝓪𝔂𝓼 | 𝓓𝓾𝔁𝓲𝓷𝓸 (En edición)
RomanceInstituto universitario Wennesy A., febrero 2021. Diego Aquino, en busca de un gran quizás. Da Rey, en busca de ... Dos chicos de visiones y pensamientos diferentes, la vida los jodería una y otra vez. ¿Qué pasará con ellos?