17. Contesta la maldita llamada, D. (+18)

752 59 41
                                    


- Ya se la sabe, no hace falta avisos. Habrá contenido sexual y explícito en este capítulo.

- Si hay errores ortográficos, por favor, ignórelos, luego los corregiré.

- Lea con precaución.


Disfrute la lectura..

_______________________________


- ¡Maldita sea Alan! ¡Ya deja de meterte en problemas!- Reclamó el extranjero, afincando su acento colombiano.


- ¡No pedí ayuda en ningún momento, Tomás! Cierra la boca- Reclamó el chico, escupiendo sangre la cual circulaba con gran abundancia por sus encías.


- Eso es lo que tienes que hacer tú: cerrar la boca- Contradijo Daniel, ayudando al muchacho a levantarse.


De nuevo, el chico se había metido en problemas. Gracias a él, se había creado la estima de que todos los estudiantes de cinematografía eran cascarrabias, pero en realidad solo era Alan, ya que no podía controlar el impulso de su lengua por querer lanzar veneno apenas podía.

 Suspirando un par de veces, se levantaría con Ayuda de Daniel y Alex, recibiendo en su nuca diversas miradas desafiantes de Tomás.


Desde que Diego los presentó, rápidamente se volvieron amigos cercanos, al menos lo suficiente como para socorrer a ellos en momentos de angustia, a pesar de que Alan siempre insistía en no tener amigos.


Para los chicos, era muy curioso ver a alguien con una personalidad tan tímida como la de Diego llevarse bien con un tipo tan problemático como Alan, pero cuando explicaron cómo se conocieron, todo tenía sentido.


Eran amigos desde niños, ya que sus madres son muy unidas;  este mismo conocía también a Luis y Abril, los otros amigos del moreno. Se conocían muy bien, a tal punto que a veces deseaban desconocerse. Compartían muchos recuerdos juntos, aunque curiosamente Alan recordaba los más... tristes.

  Recordaba el campo de flores, aún llano, el molino funcionando y las rejas de Wennessy cerradas para sí, pues, al igual que los otros niños, él tenía prohibido entrar al internado. Quién diría que ahora estudiaba allí. Considerando a la directora casi como su tía, la recordaba a la perfección ese día, consolando al pequeño Diego, quien lloraba desconsoladamente.

Se recordaba vestido de negro, y Luis también; Diego de igual manera.


- Hey, ¿estás? No disocies- Preguntó Alex, agitando las manos frente a su rostro, llamando su atención.


- Perdón- Respondió Alan, apartando su mirada de los ventanales de la enfermería, dejando atrás el panorama del árbol a mitad del campo.


No podía creer que ya pasarían siete años desde su muerte; tampoco podía imaginarse cómo se sentiría Diego en estos momentos.


Pero, contrario a lo que el pelinegro pensaba, Diego sentía de todo menos tristeza en esos momentos.

_________________

Con su piel erizándose de pies a cabeza, seguía amarrado a Da Rey en un beso, probando los sabores de su lengua, explorando sus labios con gran adicción. Realmente no recordaban cómo habían llegado a ese punto, pero sabían que lo estaban disfrutando como nunca antes.

 Desde esa tarde, cuando lograron avanzar poco más y darse su primer beso, solo llegaron a casa para darse un sinfín más. Aunque, inevitablemente, Diego se preguntaría porqué Da Rey estaba tan cachondo con él. ¿Acaso le besaba por despecho? ¿O por ganas?

𝓦𝓮𝓷𝓷𝓮𝓼𝓼𝔂'𝓼 𝓓𝓪𝔂𝓼 |  𝓓𝓾𝔁𝓲𝓷𝓸 (En edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora