Capitulo 4

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                                                                                            Ethan

Ya en el auto soy libre de sobarme y quejarme todo lo que quiero del golpe que el pequeño monstruo me dio en la cara con su pretencioso libro, así que luego de un breve rato de intentar masajear el área afectada con el temor de despertar con un moretón a la mañana siguiente, enciendo mi celular y veo 3 llamadas perdidas de Agatha, mi secretaría, la cual seguramente llama porque a juzgar por mi agenda, en menos de 15 minutos llegara el pequeño Oscar a por su cita semanal, es un pequeño de 8 años que ha sido víctima de un accidente de auto junto a su padre, el cual desgraciadamente ha fallecido, presenciar todo aquello dejo al pequeño Oscar sin poder hablar un tiempo, pero ya estamos progresando, a veces me llama por mi nombre o responde con oraciones completas a mis preguntas- Y amablemente, no como un monstruo cuyo nombre empieza por la letra "G"- cosa que es una gran mejora con respecto a su situación.

Al salir exactamente por donde entré, me fijo en la misma chica de hace un rato, su sesión de fotos sigue en marcha, y al parecer sus amigas se han sumado a ella. Ya en el consultorio, con apenas 10 minutos de retraso, no los 20 que suponía, encuentro al pequeño Oscar sentado en el diván esperándome.

-¿Qué tal, campeón?.- Saludo a Oscar chocando los cinco como de costumbre.- ¿Qué tal tu semana? ¿ocupado con las chicas? - Le digo luego de sentarme en mi cómoda silla frente a él.

Oscar se limita a señalar el golpe en mi cara, el cual un momento a otro se tornará morado.

-Ah... Eso. – Respondo a Oscar que se acercó y puso su manito sobre el golpe, como si eso pudiera mejorarlo o atenuar el dolor. – No le digas a nadie... Pero una chica me pateo el trasero hoy. – Le digo ofreciéndole una sonrisa.

Mis sesiones con Oscar tienden a ser muy tranquilas y en algunas ocasiones simplemente gozamos de nuestra compañía, por suerte es el seguro es quien paga sus sesiones conmigo, sino, no tendría el valor de cobrarle. Luego de que Oscar se despidiera con nuestro acostumbrado choque de puños, entro Agatha con una pequeña bolsa de hielo, la cual seguramente me vio al entrar y se fijó en el golpe de mi mejilla.

-¿Qué fue lo que te ocurrió ahí?.- Pregunto Agatha mientras apretaba la bolsa de hielo contra el golpe.

-Un pequeño accidente. - Respondo arrebatándole la bolsa de la mano, la cual me causaba más dolor al presionarla contra mi rostro. – Nada importante. – Le digo para evitar que haga más preguntas.

- ¿Seguro que estás bien? – Pregunta mirándome como si no pudiera creer lo que le decía. - ¿No quieres que cancele un par de citas para que puedas irte a casa? – Agrega creyendo que no me doy cuenta que quiere salir temprano porque el Dr Williams de pediatría le ha pedido salir y seguramente tiene el tiempo justo para ir al salón de belleza o adonde sea que tanto quiera ir.

Simplemente le digo que no y seguimos el resto del día como lo hacemos habitualmente, los dos pacientes que quedaban por ser atendidos era el sargento Matthews del ejército, el cual había regresado recientemente de su servicio y como todo oficial en descanso; le costaba adaptarse de nuevo al mundo real, pasar de vivir en un mundo donde la muerte es una constante cada día, a simplemente despertarte, cepillarte los dientes y sacar a pasear al perro no resulta fácil para nadie, el sargento Matthews se despertaba en medio de la madrugada y buscaba entre los cajones del buró junto a su cama el arma que había llevado junto a él en tantos años de servicio, la cual una vez disparo contra el perro que se había introducido en su habitación en busca de un lugar cómodo en el cual pasar la noche.

Mi segundo paciente era el señor Scotte, quien sufría de una cleptomanía crónica. El señor Scotte sufría un deseo incontrolable por robar todo lo que sus ojos vieran, luego de su arresto #17, la corte lo obligo a tomar terapia conmigo para así intentar deshacerse de aquella manía que controlaba cada aspecto de su vida, en sus primeras citas robaba cosas pequeñas e insignificantes como un pisapapeles o alguna baratija que Agatha dejase en mi escritorio en su intento de hacerlo más agradable a los ojos de todos, cosa que siguió en escala hasta que intentó robar cosas de mayor tamaño como mi título de la universidad, el cual oculto bajo su abrigo, yo simplemente no me fije de la falta de éste en la pared, me di cuenta de su desaparición el día que el señor Scotte entro en mi consultorio y me lo entrego, cosa que me sorprendió, pero de alguna manera fue grato ver como nuestros esfuerzos por controlar su trastorno rendían sus frutos.

La marcha del sol en el cielo llegaba a su fin, lo que me indicaba que ya debía regresar a casa y liberar a Agatha de sus obligaciones laborales, la cual en el preciso instante en que la despedí; corrió por el pasillo sobre sus altos zapatos hasta perderse de vista, yo no pude evitar reírme de su forma graciosa de correr y como se aferraba a su bolso, intentando llegar a casa para estar presentable para su cita con el Dr Williams

Yo por mi parte busqué mi auto en mi lugar apartado del estacionamiento y emprendí mi camino a casa, la luna ya había hecho su aparición y brillaba con su total redondez, a pesar de la contaminación lumínica de la ciudad, lograba ver algunas estrellas, acompañando a la luna.

Ya en casa me preparo la cena, siempre me he caracterizado por ser un buen chef, en mis años de universidad no me permití comer pizza congelada o sopa instantánea ni una sola vez, la cual consistía en un delicioso estofado de carne y papás, algo simple, pero reconfortante para un largo y duro día.

Luego de comer mi deliciosa cena, me preparo para dormir, así que me pongo mi pijama luego de un largo baño y me meto en la cama y apago las luces desde ahí con mi teléfono. Pero por alguna razón, no soy capaz de conciliar el sueño, no puedo dejar de pensar en el monstruo de ojos azules, y que será de mí si vuelvo a verla, ¿será que está vez en vez de un libro me arrojará uno de los muebles?, o puede que su enorme mansión tenga un pozo con tiburones o cocodrilos, solo sé que estaré atento e intentaré sobrevivir a ella.

PD: ¿Qué me está pasando?, por alguna razón muero de ganas por volver a ver al monstruo, ¿será que he enloquecido yo también?

Estofado de Carne, no tan rico como el de la abuela, pero te ayudara a sobrevivir a la independencia:

Ingredientes:

400 gr. De carne de res picada en cubos

2 Papas grandes

2 Zanahorias

1 Cebolla

3 Dientes de ajo

1 pimento rojo o verde

3 cucharadas de pasta de tomate

1 hoja de laurel, ramita de romero

Aceite, sal y pimienta (al gusto)

750 cc de caldo de verduras al gusto

Pasos a Seguir:

Paso 1

Sofríe la cebolla picada y los ajos, al transparentar agrega el pimentón en trozos grandes.

(Consejo útil: Recuerden evitar respirar mientras pican la cebolla, con eso evitarán las lágrimas, en todo caso de que no les importe llorar y necesiten un momento para recordar a un ex, adelante... Inhalen el dulce gas lacrimógeno de la naturaleza)

Paso 2

Ponle sal y pimienta a la carne y agrégala al sofrito. Al dorar por todos lados incorpora la salsa de tomate.

Paso 3

Agrega a continuación la zanahoria en rodajas, laurel y romero y revuelve bien. Luego el caldo o agua hasta cubrir. Tapa y cocina por unos 30 minutos a fuego medio bajo.

Paso 4

Pasado el tiempo, coloca las papas en trozos, rectifica la sal. Tapa y cocina a fuego bajo hasta que las papas ablanden y espese el estofado. Retira el laurel y el romero antes de servir.

Un Paso Hacia La LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora