Capitulo 12

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                                                                                                Gigi

"Inhalar, exhalar, repetir, inhalar, exhalar, repetir", pienso eso y me quedo mirando fijamente a los ojos al neandertal, aunque veo sus labios moverse, no logro escuchar el sonido de su voz, solo escucho la sangre agolpándose en mis oídos. Por alguna razón, estar parada bajo el infinito cielo me hace sentir que en cualquier momento la gravedad del planeta fallara y saldré disparada hacía el espacio, pero al mirar aquellos ojos oscuros, cuya oscuridad se parece al vació del espacio que tanto temo irracionalmente- Porque a pesar de todo, sé muy bien que aquello es imposible-, logro encontrar la calma, me pregunto si en algún punto de aquel espacio vacío y oscuro habrán estrellas, capaz algún día logre ver una y la bautice con mi nombre.

- ¿Está bien? – Pregunta, lo que hace darme cuenta en donde estoy, la posición en donde me encuentro y que el neandertal ha remplazado su perfume por uno más sutil, cosa que agradezco.

-Sí. – respondo. - ¿No es momento que nos pongamos de pie?, no es prudente que nos encuentre en una posición tan comprometedora. – digo intentando deshacerme de mis pensamientos anteriores.

- ¿Comprometedora? – Pregunta riendo. – Solo intentaba ayudarla.

-Usted estaba sobre mí. – Respondo mientras finjo limpiar polvo de mi vestido. - Pero supongo que debo agradecer su "generosidad". – Agrego esquivando su mirada.

-Está bien, me disculpo. – Dice intentando reprimir la risa. - ¿Pero no se da cuenta que estamos afuera y usted está perfectamente bien?

-Eso parece. – respondo. - ¿Podemos regresar adentro? – pregunto, ciertamente haber podido salir de casa es bastante gratificante, pero no quiero que me vean, no quiero que sientan lastima por mí, no quiero que empiecen a pensar: "la friki lo está intentando", ya es bastante humillante ser una especie de curiosidad en tu propia casa, porque así lo era, más de una vez pude escuchar como la servidumbre hablaba de mí en la cocina, lo que me confino aún más en mi habitación.

-Solo caminemos un poco. – Responde, peinando su oscuro cabello hacía atrás. – Ya ha llegado muy lejos, ¿no le gustaría poder percibir la fragancia de aquellas rosas? – Intenta disuadirme, ofreciéndome su brazo como apoyo.

-Supongo que tiene razón. – Digo ignorando su ofrecimiento y empezando el dichoso paseo por el jardín.

Había olvidado lo maravilloso que es estar aquí, mirarlo por la ventana como una foto vieja de tiempos mejores no se le acerca a poder respirar sus olores y percibir sus sonidos. De niña este era mi lugar favorito, aquí Archie y yo jugamos innumerables veces, aquí me divertí con mis amigas en nuestras alegres citas de juegos, aquí fui feliz, aunque ya nada es igual, todo ha cambiado un poco, de la misma forma que lo he hecho yo, ahora hay otros árboles, arbustos y una fuente nueva cuya existencia me era desconocida por estar más allá de lo que mi ventana me permitía ver, lo único que ha permanecido inalterable son las rosas, las rosas que mamá dejo para ser recordada con amor.

-Mi madre las planto. – Le digo al Neandertal, poniéndome de rodillas para poder estar al nivel de las rosas.

- ¿La señora Percy? – Pregunta.

-Si se refiere a Cordelia, le digo que no es mi madre. – respondo, aunque debo reconocer que Cordelia es lo más cercano a una madre que yo he conocido, ella ha desempeñado el papel perfectamente bien, sin hacer alguna distinción entre Archie y yo, se podría decir que, de niña, en mi inocencia, solía llamarla "Mamá". – Es mi madrastra. – Añado, como si aquello no fuese una obviedad.

- Su madre... ¿Murió? – Pregunta con algo de duda en su voz, como si temiese que aquella pregunta fuese a lastimarme. – Lo lamento. – Se disculpa rápidamente.

-Está bien, yo no la conocí. – Digo antes de que empiece a verme como una pobre huérfana, porque ciertamente nunca me he sentido de esa manera, tal vez mi relación con Cordelía estuviera pasando por un mal momento, pero la seguía sintiendo como mi madre y ese era el papel que desempeñaba en mi vida. –Evite el típico: "¿Quieres hablar de eso?", solo no haga las cosas más extrañas de lo que ya son. – Agrego intentando desprender una rosa. Terrible error, ya que una espina termina rasgando la fina piel de mis dedos.

-Debe tomarlas cuidadosamente desde aquí y tirar suavemente de ellas. – Dice introduciendo sus enormes manos entre los tallos de las rosas y arrancando una con la mayor facilidad. – Tenga, sujétela con cuidado, dentro seguro encontrara unas tijeras o algo filoso para desprender las espinas. – Agrega entregándomela.

Al ver mi dedo lastimado y la sangre fluir de él, saco de un bolsillo una servilleta de papel y la presiono contra mi pequeña herida, aunque se trataba de una simple servilleta de papel, cosa que se me hacía un poco antihigiénico, no podía dejar de pensar en que el neandertal en el fondo, muy en el fondo; era un perfecto caballero.

Me llevo devuelta a la casa sin dejar de presionar mi pequeña herida, mientras yo sostenía con mi mano libre la rosa y adentro pidió a Nana Beet algo de medicina para limpiarla y me coloco una diminuta vendita.

-Soy parte del reducido grupo de personas que creen que ninguna herida se cura sin un beso. – Dice llevando mi dedo vendado a sus labios sonrientes. – Ya está listo. – Agrega cuando alejo mi mano por la vergüenza que me causa su gesto.

-No tengo 7 años. – Digo intentando recuperar la compostura luego de todo aquello.

-A veces pienso que sí. – Responde el atrevido. – Ya debo irme. – Dice guardando en el pequeño botiquín de Nana Beet las cosas que uso para desinfectar la pequeña herida.

-Quisiera decir que fue agradable. – Empiezo a decir. – Pero mira las consecuencias de tus ideas. – Termino poniendo en alto mi mano herida.

-Recuerde poner la rosa en agua fresca. – Se despide, llevando consigo el botiquín para devolverlo a Nana Beet.

Luego de pedirle a Nana Beet un bonito florero, el cual trajo diciendo que la mejor forma de preservar las flores es colocándole algo de azúcar al agua, lo puse en la mesita junto a mi cama.

El resto del día transcurrió como de costumbre, intentando recuperar el tiempo perdido, pero de alguna manera que no logro comprender, no podía dejar de pensar en todo lo que había pasado, a veces me sorprendía a mí misma con la mirada perdida en la vendita de mi dedo, al llegar la hora de la cena agradecí que mi padre y Cordelia hubiesen salido a una de sus tantas galas benéficas y que Archie, quien seguramente estaba en algún lugar con su Charly, no estuviera tampoco para verme perder la cabeza lentamente, así que tome mi cena en mi habitación y luego de mis ceremoniosos preparativos para dormir me introduje entre mis sabanas para intentar olvidar todo lo que había ocurrido hoy.

PD: Cuando has estado mucho tiempo fuera del mundo, sumergido en tu propia realidad, no te das cuenta de lo mucho que ha cambiado el mundo, que los árboles en los que jugaste de niño han perecido, que los edificios de la ciudad se han deteriorado un poco. Todo ha cambiado, incluso tú, el tiempo ha pasado y ahora eres un adulto, un adulto que debe aprender a serlo.

Un Paso Hacia La LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora